La aldaba
Carlos Navarro Antolín
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Nadia Calviño, La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Economía ha sorprendido esta semana al asegurar que, a partir de ahora ,no va a participar en ningún debate ni va a hacerse ninguna fotografía en la que sea la única mujer. Recordemos que, a Nadia Calviño, la podemos ver casi a diario envuelta en “un mundo de hombres” cuando aparece en las imágenes rodeada de trajes de chaqueta y corbatas mientras negocia con sus colegas políticos en la comunidad europea. De los veintisiete países miembros del Consejo Europeo, sólo cuatro están liderados por mujeres, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Suecia más, la presidenta de Úrsula Von der Leyen. Si nos fijamos en las fotografías que se hacen al final de cada cumbre el retrato desvela el pavoroso desequilibrio. Es como volver a ver una fotografía del Congreso de los diputados en los años 80. ¡Pero, ah! Con esta declaración incontestable de Nadia Calviño vuelve a su posición de autoridad el feminismo “tradicional”, el que incluye a todas y todos sin excluir a ninguno y ninguna. El feminismo ha revivido gracias a esta declaración de Calviño. Hacía mucho, mucho tiempo que un mensaje de lucha feminista no caía en la irascibilidad y en el agresivo terreno al que nos tiene acostumbrados Irene Montero y la parte de la extrema izquierda del gobierno nacional. Este posicionamiento de Calviño nos hace retrotraernos al 2007 cuando Zapatero impulsó la ley de igualdad, la mal llamada ley de cuota. Con ella se pretendía y, debe pretenderse hoy, garantizar un mínimo equilibrio entre mujeres y hombres para reducir la brecha de representación que se estaba dando, y se está dando, en detrimento de las mujeres. Cuando volvamos a ver una imagen donde sólo haya hombres reunidos, negociando, decidiendo, trabajando y en ese espacio haya pocas mujeres, una sola o ninguna, y donde al menos debería estar el 50% de la población, esa fotografía delata un defecto, un problema que debe resolver esa empresa que, además, mejorará sus resultados. El decaimiento de la justicia por la igualdad en el poder, en la dirección de empresa, simple gestión o reunión, puede que haya sido víctima de ese feminismo con el que pocos nos sentimos identificados. El feminismo de la extrema izquierda nos excluyó del trabajo bien hecho que se estaba realizando y que se detuvo, distraído, en incluir a personas que necesitan reconducir su identificación, dejando de lado a las mujeres habituales. Puede que la desaparición en las fotos y foros de la vicepresidenta primera y ministra de Economía sea una “huelga” que podría dar sus frutos, pero no ha de estar sola. O se niegan todas a su nuevo compromiso feminista o desapareceremos de la foto y del lugar que nos corresponde. ¡Y ojo al dato: las 17.173 personas que han ido al paro, en enero, todas han sido mujeres!
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