La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La libreta azul del PSOE en Andalucía
La aldaba
En Sevilla somos capaces de derrochar grandes cantidades de energía en debates aparentemente secundarios, elevar a primera categoría cuestiones no ya de segunda, sino anecdóticas; sublimar lo intrascendente o dar tratamiento de eternidad a lo efímero. Nos lo han echado en cara muchas veces, nos han zurrado de lo lindo por ser así, se han reído y nos han despreciado. En cierta manera uno mira los temas de preocupación de la ciudad de los últimos meses y aparecen verdaderas perlas. La campañita de los tanques a la calle, la ley seca de la Semana Santa, la prohibición de los veladores en la Magna, la propia celebración de la Magna, la duración de la Feria con la segunda y otra vez absurda consulta, la ruptura de relaciones entre el Sevilla y el Betis y la fecha de salida de la cabalgata con el añadido de determinados detalles que mejor dejamos en el tintero. ¡Esos son los debates que nos vertebran como se demuestra en los medios de comunicación, en las redes sociales y, cómo no, en los bares! Acaso podríamos apuntar a los excesos del turismo, pero a gran distancia de la que se ha liado con los demás. Y no hace tanto tiempo nos enredamos con el Martes Santo al revés o la primera consulta sobre la Feria. Nada nos vertebra más que las polémicas citadas. Debe ser que en el fondo sabemos que pasa la vida, como escribieron Romero San Juan y Garrido, y es mejor evadirse, escaparse y distraerse que concentrarnos en asuntos que no son de nuestra competencia directa. Debe ser que eso es saber vivir. Debe ser que nuestro carácter no es nuestra limitación, sino nuestra coraza.
Los políticos empeñados en sacar conejos de la chistera con acontecimientos fastuosos, la sede de grandes organismos y otros sonajeros, pero ninguno como los citados. Algunos son motivo de verdadera confrontación y apasionamiento. Somos un pueblo que se autogestiona la felicidad porque tiene claro que hay vida más allá del trabajo. Y esa vida se llama Sevilla, una ciudad que permite muchas horas de sol, muchos atractivos gratis en la calle, mucha belleza y muchas calles dignas de ser paseadas como en una Roma al sur de Europa. No peleamos porque partimos de la base de que lo tenemos todo, la grandeza nos fue dada y ya vendrá alguien a hacer la Historia por nosotros. Nos construyeron la Giralda como nos pusieron el primer AVE. Tarde o temprano llamamos la atención, se fijan en nosotros y nos hacen crecer; nada de lo que hagamos es irrelevante, nunca pasamos desapercibidos como ciudad. Deberíamos ser más proactivos, más luchadores y más reivindicativos, pero somos Andalucía. Hemos inventado de forma natural el estado del bienestar en clave local. Sabemos que nos espera el azahar, la Feria, el Cachorro en Roma, los caracoles y siempre el fútbol. Mientras tanto, cada uno trabaja en lo suyo y sonríe para sí mismo. Sabe que pasa la vida y que la felicidad en Sevilla se sirve muy fría y con un dedo y medio de espuma.
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