¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El arte de renombrar un puente
Dice el investigador Antonio Delgado que a partir del domingo se espera “un episodio de calor que puede durar una semana”. Hasta ahora estamos soportando unas temperaturas normales para las fechas que vivimos, según el mismo experto, al que los andaluces recurren cada Semana Santa y en las fiestas populares para pedir sus vaticinios. Augura el presidente Moreno que podemos perder 140.000 empleos en la región si no llueve con intensidad suficiente en lo que queda de 2024. Somos una gran potencia agrícola, luego la sequía es nuestra tradicional bestia negra. El consejero de Presidencia e Interior, Antonio Sanz, debe estar temiendo que suene el teléfono con el aviso del primer incendio forestal. La lucha contra la sequía requiere de medidas a largo plazo en una política actual marcada por el cortoplacismo y el márquetin exprés. Al final, aunque muchos no lo digan, lo confiamos todo al designio divino, a los dioses celtas, a las meigas o al simple destino, que cada cuál elija su opción preferida, pero no hay otra.
No podemos hacer que llueva ni con la mayoría absoluta más poderosa, pero sí, políticos todos, podríamos haber previsto infraestructuras suficientes que nos hagan menos dependientes de esos designios y más fuertes ante los efectos de la falta de lluvia. Nos piden concienciación ante el problema de la escasez del agua, pero son los dirigentes con competencias en la materia quienes tienen que concienciarse de la necesidad de planificar las obras que necesitará la próxima generación. No hay otra, además de confiar en alguna tormenta estival. No será por falta de fe, como demuestra el párroco de Cazalla de la Sierra, Francisco José Gordón, que en la misa del pasado domingo pidió por la lluvia “aunque sea verano”. Ad petendam pluviam. Todos a rezar a falta de más pantanos. Y mientras tanto, la cantinela de los vendedores ambulantes: “Señoras y señores, abanicos y sopladores”. Hemos aprendido poco de los antepasados que nos instruyeron en el cuidado de la sombra con el diseño de calles estrechas y patios frescos y en el aprovechamiento del agua con canales y acueductos.
Tendrá que llover, somos un pueblo abonado a la esperanza, pero todo indica que estamos en plena travesía del desierto. Una más. En la vida puedes conocer cuatro o cinco papas, un par de reyes y siete y u ocho sequías. Hay expertos que afirman muy sesudos: “La sequía es la manifestación temporal de un problema crónico”. Se duerme más tranquilo si se lee esa definición. ¡Qué alivio! A rezar como recomienda don Francisco, el párroco con una fe fuerte como la Giralda. Que mueva montañas y caiga agua.
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