La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lluvia en Sevilla merece la fundación de una academia seria
Uno de los alivios que me procuró el presidente Biden cuando ganó las últimas elecciones presidenciales a Trump fue el que nos lo quitó de los telediarios. Al fantoche del pelo churrigueresco y la vocecita maleducada y sinvergüenza, ya entonces no lo soportaba. Pero poco dura la alegría en la casa del pobre, es sabido. No estaba bien muerto y ni las condenas de los tribunales lo pudieron mandar al retiro de alguna de sus mansiones de millonario. Ha vuelto y, ahora, con un balazo. Encima. Por la democracia, ha dicho. Es formidable, el responsable del asalto al Congreso de los Estados Unidos de una chusma ultraderechista, se pone a sí mismo una medalla absolutamente sin fundamento. Puedo creer en el milagro de un pequeño giro justo un segundo antes de pasar una bala que iba derecha a su cabeza, lo que no logro creer es lo que hay detrás de esa bala, el personaje que la disparó, muerto instantes después de disparar por los tiradores del servicio secreto, encargados de la defensa de los ex presidentes. Detrás de cada magnicidio hay un misterio infinito (lo último, que Kissinger dio la luz verde a lo del almirante Carrero Blanco). Como lo mataron enseguida, al perturbado de 20 años que se subió a la cubierta del edificio de enfrente para dispararle a Trump, le van a tener que construir un relato verosímil. En fin, lo cierto es que el domingo firmó el presidente Biden una carta diciendo al mundo que desistía de su intento de lograr la reelección presidencial. No ha sido tanto el trozo de oreja que le falta a Trump sino la asunción por parte de su familia y de la gente influyente de su partido y de la sociedad norteamericana de que no tiene salud para el empeño ni el desempeño. Era palmario pero al parecer ni lo palmario ven algunos. Y además está el atentado, que siempre influye, mucho más cuando se sale indemne y se levanta el puño bajo el cielo azul y la bandera de las barras y estrellas. Ahora ya no es la historia como iba a ser, ya la están modificando a cien por hora por si la vicepresidenta es la que finalmente cogerá la bandera de Biden. En cualquier caso, el Fantoche ha vuelto exhaustivamente a los telediarios, que repite sus gestos, sus apósitos en la oreja y su vocecita faltona. ¿Éste es el líder de los EEUU? Lo es, lo ha sido y está luchando para volver a serlo. Nada menos que el despacho oval, con firma en los asuntos más importantes y decisivos para ellos y el resto del mundo. Nosotros mismos.
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