Familia, municipio y sindicato

08 de enero 2025 - 03:08

Hoy se celebra el sorteo para los octavos de final de la Copa del Rey coincidiendo con el primero de los actos para conmemorar el cincuentenario de la muerte de Franco. Una muerte lenta, casi a pellizcos, que va a durar lo que un parto, vade retro Satanás. En este viaje a un Franco vintage se me ocurre que por una sola vez, y sin que sirva de precedente, a esta edición se la podría denominar Copa del Generalísimo, para darle más verosimilitud a este viaje a ninguna parte.

La final de la Copa del año que murió Franco terminó sin goles. La última del Generalísimo. 5 de julio de 1975. La disputaron el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Miguel Ángel y Reina mantuvieron sus puertas a cero. En los fatídicos penaltis, por el Madrid anotaron Amancio, Pirri, Rubiñán y Aguilar y falló Vicente del Bosque. Por el Atlético, marcaron Gárate, Alberto y Heraldo Becerra, uno de los primeros melenudos del fútbol español, y marraron Irureta y Salcedo. Al Madrid lo entrenaba el yugoslavo Miljan Miljanic. Con el Atlético se había estrenado en el banquillo Luis Aragonés, nacido en 1938, el mismo año que Juan Carlos I, que daría en ediciones posteriores el nombre a la competición. Los nombres de esos héroes gozan de mucha mejor salud en la memoria que la de Franco. De hecho, en el siglo siguiente, Aragonés y Del Bosque, entonces rivales, ganaron para España la Eurocopa 2008, el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012 quitándose el sambenito del gol de Marcelino a la URSS en 1964, el año de los 25 Años de Paz.

Más que texto y contexto, Franco es un pretexto. Hay cierta afinidad con el trípode conceptual del franquismo: familia, municipio y sindicato. La familia del presidente, obviamente; el municipio en la reciente compra de voluntades con el giro de Jaén Merece Más, con María Jesús Montero emulando a Míchel con sus tres goles a Corea del Sur: me lo merezco; y el sindicato, con la impagable imagen de Pepe Álvarez, líder de la UGT, reuniéndose en Waterloo con un prófugo de la Justicia para negociar la reducción de la jornada laboral: el internacionalismo arrodillándose ante el nacionalismo. Los pájaros disparando a las escopetas, que diría Valdano cuando Chendo le hizo un caño a Maradona en un Madrid-Nápoles a puerta cerrada.

Un viaje a Franco para detectar franquistas. De niños, cuando alguien expelía una ventosidad o flatulencia (la palabra sale en el capítulo 7 del Ulises de Joyce), se decía que el que tuviera las manos más blancas era el autor de la sinfonía sonora o sorda, que según Dalí en su exhaustivo estudio son los que más huelen. Siempre había un incauto que mostraba las inocentes palmas y se retrataba. Eso quiere el sanchismo, que muestren las palmas de las manos los nostálgicos del franquismo. Pura Prehistoria. Eduardo Haro Tecglen, nada sospechoso de franquista, terminaba así su perfil de Franco en Los 1000 protagonistas del siglo XX (El País): “Dijo antes de morir que lo dejaba todo ‘atado y bien atado’; se cumplió la sucesión, pero el nuevo Rey disolvió el Régimen: al cabo de un año no quedó nada de su obra”. El 4 de mayo de 1976, cinco meses y medio después de su muerte, salía el primer ejemplar de El País. Y el 18 de octubre, Diario 16.

stats