¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Jueces y penes
La mitad de las pensiones de nuestro país no llegan a los mil euros. ¿Quién puede vivir hoy con 816 euros al mes, que es mi pensión? “Podías haber cotizado un poco más”, me han reprochado alguna vez. Trabajé cuarenta años en un periódico y nunca me dieron de alta, a pesar de estar a diario en la redacción como cualquier contratado. Escribía de flamenco, claro, era crítico, que es lo menos que se despacha en periodismo. Trabajar de verdad, o sea, currando, cubriendo festivales incluso en el extranjero, jugándome la vida los fines de semana en los pueblos, esos festivales de verano que duraban siete horas y regresaba a casa a las ocho de la mañana cansado como un perro, con las ojeras de Ábalos y un miserable bocadillo de panceta en la panza.
He trabajado cincuenta y cinco años, y sigo buscándome la vida. El Estado me ha condenado a hacerlo hasta que me muera. No me asusta el trabajo, pero si cayera malo y no pudiera escribir me vería en un problema. Si el Estado no me deja trabajar más, de manera legal, no solo me condena a la pobreza, sino que me impide que siga luchando por la Cultura, por el flamenco. Como si lo que me da no fuera mío por los años cotizados, treinta de autónomo. Los que trabajé en el Régimen General no me han servido de nada, salvo para que me duelan todos los huesos. Encima tengo que aguantar que unos gobernantes podridos, de todos los colores ideológicos, me refrieguen todos los días lo de la Sanidad Pública, cuando me hice una analítica hace dos años y aún sigo esperando el resultado. Espero que no me lo tengan que mandar al cementerio.
Me ofrecen una televisión pública que no veo porque está al servicio de un Gobierno al que detesto. Vivo en una urbanización rústica, pago el IBI pero no tengo ninguna contraprestación, como tienen los del pueblo. No puedo coger un autobús, la policía local no viene nunca a dar una vuelta y tengo que meter todos los días la basura en mi coche para llevarla a un kilómetro de casa, porque el camión no entra en la urbanización. Tampoco el cartero, pago casi cien euros al año por un apartado de Correos. ¿Qué servicios me da el Estado? Porque me da una pensión de pena, pero me sigue machacando a impuestos. Encima, Sánchez nos habla desde la tele como si tuviéramos que darle las gracias por poder llevarnos un bendito pedazo de pan a la boca. Somos la mejor economía del mundo, según The Economist. ¿Por qué entonces tanta pobreza? ¿Dónde está el dinero?
También te puede interesar
Lo último