
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La mejor parada de bus del mundo
La aldaba
Un foro analiza en Sevilla las causas por las que faltan trabajadores en la hostelería cuando se trata de un sector esencial para la economía en España, pero donde se sufre una alta rotación y una falta de profesionales cualificados. Los líderes del sector apuntan a la formación y la conciliación como claves para “atraer y retener el talento en el gremio”. Nunca ha habido más bares y nunca menos camareros. Nunca tanta apuesta por la decoración de diseño y las cartas muy elaboradas, pero menos apuesta por el factor clave: la eficacia y el esmero en la atención al cliente. Y también, todo hay que decirlo, se sufre una clientela crispada, con excesiva prisa como corresponde a la sociedad de la pos-pandemia y que no se sabe ganar el respeto. Se piden las cosas de cualquier manera y te las ofrecen también... de cualquier manera. “Mal vamos desde que el pinganillo ha sustituido a la tiza”, le oí decir a un fino observador del denominado sector terciario. “¿Qué vais a tomar, chicos?”, saluda un camarero a un grupo de señores mayores en un negocio con lámparas de mimbre, mesas de madera gruesa y bien barnizada y unos pájaros de colores que alegran la estancia. Pides una cerveza y te responden:“Las bebidas las anota otro compañero”. Y otro compañero contesta al comunicarle que ya están decididos los platos: “Las comandas de comida las llevan los compañeros que llevan tablet”. “¿Se van a sentar a comer?Es que las mesas solo son para almorzar?”, te advierte un señor de negro con pinganillo que parece un escolta del Vaticano, de los que va con el andar acelerado junto al coche del Papa. “Tráete otra copa”, le tutea con desdén el cliente al camarero que antes le ha recibido con toda corrección.
Trabajar en la hostelería se ha vuelto especialmente duro porque vivimos en la calle más que nunca, los niveles de exigencia se han rebajado y la falta de educación lastra la convivencia, ya sea en un bar, en las fiestas populares o no digamos en el vagón de un tren. Recuerdo un maestro del gremio que siempre explicaba dos claves a quienes le pedían un empleo: “No le pongas problemas a quien viene a gastarse mil duros, que ya le ha costado mucho ganarlos, y ten en cuenta que vas a trabajar donde los demás se relajan y a la hora en que se divierten”. La dureza y el sacrificio tienen mala venta en los tiempos que corren. Hay que tener mucha vocación para fundar un negocio y mucha paciencia para aguantar detrás de la barra. Esto no consiste en luces indirectas y juegos de decoradores. Una ciudad que recibe tres millones de turistas no encuentra camareros pese a que hay colas ante muchos establecimientos. Falla algo más que la conciliación y los horarios.
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