La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
El ex ministro Pimentel me comentó una noche de 2005 que el avieso Carod Rovira, entonces en todo lo alto del machito, no era más que la reacción a la figura de un Aznar venido arriba en su última etapa. No le faltaba razón. Aznar fue presa de la soberbia y la megalomanía, tiró por la borda al dirigente del PP que mejor resultado había dado en Cataluña, el catedrático Vidal-Quadras, y nos enseñó la suela de los zapatos en sus cuchipandas con Bush y Blair. En política se cumple a la perfección la relación causa-efecto que explica muchas apariciones y desapariciones. El electorado, esa fiera que siempre ruge en el tendido, no avisa cuando llega la hora de ser cruel. Aplica la crueldad directamente y olvida en poco tiempo la mayoría absoluta más sólida. La derecha ha llenado el auditorio de Fibes en Sevilla. En el PP nadie oculta el logro, más allá de debatir si el gallinero estaba más o menos completo. Vox es la reacción al buenismo, a las libretas azules, al complejo del PP a la hora de defender determinados postulados que son su territorio natural, al escaso entusiasmo de muchos de sus dirigentes que estarían llamados a regenerar aquellas estructuras en las que precisamente han sido criados. Vox ha sabido esperar su oportunidad para presentarse como el partido que siempre había querido el personal de derechas. Y la oportunidad la pintan calva con un PP andaluz que genera menos emoción que un rosario de la aurora en Moscú. El peligro de Vox, como ocurrió en su momento con Ciudadanos, es que afloren los frikis, radicales y demás personajes que se aproximan con las manos abiertas al calor de la nueva candela. Es el peligro que corre cualquier organización de nueva creación con cierta expectativa de crecimiento. Si Vox consigue escaño en el Parlamento de Andalucía no es por demérito del PSOE, que tiene una dirigente que se lleva la mar de bien con los altos empresarios y banqueros, sino por la incapacidad del PP de emerger como una alternativa seria en casi cuatro décadas de autonomía. Vox llena Fibes no sólo porque el separatismo catalán y la corrupción son el marco idóneo para la aparición de una formación genuinamente de derechas, sino porque los populares no han superado ni el arenismo en Andalucía ni el complejazo en España. Se lo avisó en público el magistrado Moreno Andrade, ejemplo de elegancia y mesura: "La Ley de Violencia de Género no respeta la igualdad y discrimina a las españolas". Y ahí hace pupa Vox. Lo avisan las fotos de los guardias civiles cohibidos en la valla de Ceuta. Y ahí también hace pupa Vox. Lo avisa el nacimiento de un neofranquismo a raíz del plan (improvisado) del PSOE de exhumar a Franco. Y eso lo aprovecha Vox. De la megalomanía de Aznar a Carod-Rovira. Del complejo del PP a Vox. Vox es la reacción al PP. Votar a Vox es castigar al PP.
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