Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
En 1988 se fundó en Hungría el partido Alianza de Jóvenes Demócratas, un grupo de universitarios libertarios, anticomunistas. No admitían militantes de más de 35 años, vestían como roqueros, vaqueros, chamarretas y llevaban pelo largo. En las elecciones del 90, sacaron el 9% de los votos. Hoy el Fidesz es un partido autoritario, de extrema derecha, xenófobo y su primer ministro Orbán, de 61 años, es amigo de Putin. Podemos se jodió de manera similar. Un grupo de universitarios se apropió del espíritu del movimiento 15-M, se atribuyó el color morado del feminismo y empezó a hablar en nombre de los indignados y las mujeres, como si fuese la única fuente oficial de la gente.
Instauraron una jerarquía de machos alfa, que parecían estrellas de rock con sus groupies. Sus relaciones sentimentales producían ascensos o caídas. Cuando Tania Sánchez era novia de Pablo Iglesias y abandonó IU, fue la décima más votada en las primarias de Podemos en 2015 y diputada por Madrid. Tras la ruptura, acabó en el gallinero del hemiciclo. En marzo de 2016, el cartel del partido por el Día Internacional de la Mujer fue una foto de Iglesias. En 2018, Errejón, Iglesias y Espinar, dieron una rueda de prensa delante del letrero nosotras. En 2019, el anuncio del mitin de Iglesias tras su baja paternal imitaba un spot de colonia masculina: VUELVE.
Los líderes de Podemos generaron un fenómeno fan en su organización y fuera de ella. La actriz que denunció a Errejón ha confesado que le tenía en un pedestal: “Pensé que podía ser una historia de amor preciosa, pero en lugar de encontrarme con algo romántico, encontré una persona que lo único que quería era tocar mi cuerpo y meterme la lengua”. Sostiene que después de soportar que la embistiera tres veces, le preguntó a su ídolo si no sabía qué era la seducción, los tiempos y la escucha. Ahora nadie sabía nada e Iglesias invoca que llevan cinco años sin hablarse. Pero juntos sumaron un estado de cosas.
Provocaron un cisma en el feminismo. Amelia Valcárcel fulmina el resultado: “Esta gente es partidaria de la prostitución, la pornografía y los vientres de alquiler. ¿Por qué dicen que son feministas? La agenda no la comparten. Están a favor de los cautiverios y explotaciones de las mujeres. La ley sólo es sí ha permitido poner en la calle a más de mil violadores; por antipunitivismo… Y después hacen la ley trans, que es una burla a la dignidad de las mujeres como ciudadanas. Pienso que son un fraude desde el principio hasta el final”.
Tras el fiasco populista de Podemos, lo más serio que queda a la izquierda del PSOE son dos clásicos de la transición. Uno es Izquierda Unida [PCE], dirigida por el andaluz Antonio Maíllo. La otra es Comisiones Obreras, la mayor organización civil de Andalucía, con 158.300 afiliados. Su secretaria es Nuria López; hay que estar atentos siempre a las cosas que dice. Una mujer, una líder. El régimen del 78 no es una banda de rock.
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