¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El estilo de los viejos profesores
Ojo de pez
Pues sí, hoy nos hemos levantado unos cuantos más temprano, de bulla, con una mano puesta en el colacao y otra en comprobar que efectivamente el polo aquel que rescatamos del armario hace dos días está libre de manchas, con una pieza de fruta para meter en la mochila y los lápices bien afilados. Mientras los separatistas catalanes se deshacen en su protofascista aquelarre de banderas y Susana Díaz busca argumentos favorables a la consideración nacional de Andalucía para cuando al Rey Lear le dé por partir la tarta, los alumnos de Educación Infantil y Primaria vuelven a las aulas según el ritual de costumbre, con sus reencuentros, sus desganas, sus nervios, sus ilusiones y el horario de obligado cumplimiento que se nos impone a los adultos. Los de ESO, FP y Bachillerato lo harán el próximo viernes y todo habrá quedado puesto en marcha hasta junio. Casi siempre hay por estas fechas bastante ruido político en torno al nuevo curso, entre las presunciones de la Junta respecto a las medidas adoptadas en pro de la modernización de la escuela pública y las llamadas de atención de la oposición en lo relativo a los vagones de cola, la falta de personal docente, las deficientes infraestructuras, los conciertos y todo lo demás. Pero este año el ruido es mucho menor. Hay, parece cosas más importantes de las que hablar.
Hasta cierto punto es lógico que si alguien se lía a hablar de naciones y no cita a Andalucía salga la presidenta de la Junta a recordar aquello de ni más, ni menos. Especialmente si los dos lumbreras son del mismo partido. Imagino que Susana Díaz se juega mucho con el rollo nacionalista: al cabo, es su negocio. Y dado que aquí, como en Cataluña, no hay excesiva disposición ni talento para desarrollar una política autonómica de calidad, siempre se puede emular a Mariana Pineda y salir con la bandera, aunque no sea la misma, para ver si a base de tripas y refuerzo patriótico se araña algún voto que permita mandar callar a los de Ciudadanos, aunque sea un poquito. Otra cosa es que los andaluces seamos o no tan tontos como para tragarnos el cuento, pero ése es otro asunto. La cuestión es que un servidor daría una pierna con tal de ver a Susana Díaz mojándosecon la cuestión educativa tanto como con la cuestión patriótica; viéndola presumir de patrimonio: ahí tienen a nuestros alumnos, los mejor preparados en las mejores escuelas. A ver si un indepe es capaz de resoplar. Eso sí que sería hacer patria.
Pero bueno, es lo que hay. El presente y el futuro se cocinan en nuestras aulas. Con la convicción de que todas las banderas se cagan ante el conocimiento. No vale perder.
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