La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
Pobre Errejón, se ha convertido en el mono de goma del periodismo nacional y las porteras. Los de derechas, porque no deja de ser un placer descuartizar a uno de esos gurús de la nueva progresía con complejo de superioridad moral. Los de izquierda, porque hay que sobreactuar para dejar claro que esto es un caso aislado, la clásica historia del ángel caído, del Jedi que se pasó al lado oscuro de la fuerza, que la gente que está en el lado correcto de la historia no hace esas marranadas que denuncia la actriz Elisa Mouliaá (primera noticia). Pobre Errejón, lo van a destrozar. Mejor es que se meta a cartujo, pero no creo que su religión atea lo permita. Además está esa carta de la que hablábamos ayer, ese ejercicio de autohumillación hilarante, desplegando toda la quincalla verbal woke, culpando al patriarcado y al neoliberalismo de los imperativos de su sangre.
La pregunta evidente que todos nos hacemos es ¿por qué aflora ahora el Errejón Gate? Según dicen todos los periodistas listillos de las tertulias era un secreto a voces en los mentideros de Madrid. Entonces, ¿por qué no lo denunciaron antes? ¿Quién dio la orden de “ejecútese” al diputado Errejón? Como si fuésemos un sabueso de novela, lo primero que tenemos que preguntarnos es a quién beneficia la caída del portavoz de Sumar (esa operación para cargarse a Podemos) en el Congreso de los Diputados. Desde luego no especialmente a la derecha. El PP sabe que no tiene nada que rascar entre el electorado de Sumar. Además, la encargada de disparar el primer tiro, Cristina Fallarás, es una conocida periodista de la izquierda plus ultra. No hay zarpazo pepero en este asunto. ¿Quizás Pablo Iglesias? El desprecio que siente por el traidor Errejón es notorio y fue de los primeros en cebarse con el cadáver cuando el jueves los teletipos empezaron a echar chispas. De Iglesias, un Lenin con smartphone, te puedes esperar cualquier maniobra. ¿Y el PSOE, se beneficia? Desde luego, porque sí tiene mucho que ganar con el desprestigio de Sumar ante el electorado de izquierdas, que puede concentrar su voto en un Partido Socialista que en los últimos tiempos no hace más que hacer guiños a la radicalidad. ¿Y Pedro Sánchez? El que más. Este escándalo lo tiene todo para entretener a los españoles: sexo, famoseo, política, linchamiento... Y llega en un momento muy duro para el presidente del Gobierno, asediado por los casos de corrupción de su cónyuge y sus más directos colaboradores en el pasado. Pero con esto, oiga, no quiero decir nada, simplemente son meditaciones desde su mesa de redacción de un plumilla de provincias.
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