Una emoción sin pasaporte

Esos momentos me llevaron a pensar en la riqueza del diálogo, en este presente que por fortuna es bastardo e impuro

29 de julio 2023 - 00:45

En la obra con la que ha regresado a las librerías, Un nuevo país al otro lado de mi ventana (Galaxia Gutenberg), Theodor Kallifatides, originario de Grecia pero residente en Suecia desde mediados de los 60, arranca con una escena: una mañana, un individuo que se cree superior a él por haber nacido en el país nórdico le grita turco de mierda, un suceso que aviva en Kallifatides una amarga reflexión sobre el rechazo al extranjero, el desarraigo y la identidad, híbrida y confusa, del emigrante que vive en una tierra de nadie entre la nostalgia por las raíces y el frágil sentimiento de pertenencia que lo vincula a su destino. Yo iba en un autobús absorto en estas páginas, tan bellas y dolorosas, cuando elevé la vista y la realidad me descubrió que ese miedo a quien tiene otro origen también ha calado aquí, que lo que contaba aquel libro no es precisamente un episodio lejano, que no nos concierne: unos carteles de un partido político rezaban Vota lo que importa. Vota fronteras.

Unos días antes, yo había estado en el Flamenco Festival de Londres y me conmovió observar cómo un joven inglés sentado a mi lado le hablaba con entusiasmo a su novia, antes de que empezara un concierto de Niño Josele, del sonido portentoso que salía de una guitarra española. Poco después, en ese mismo escenario, el cantaor Álvaro Romero nos recordaba que el mundo es mestizo con su Yeli Yeli, una propuesta que hermana flamenco y electrónica, el folclore español y el portugués, con ecos de América y de África. Esos momentos me llevaron a cavilar –como una suerte de presagio de lo que sentiría más tarde con Kallifatides y los carteles– sobre la riqueza de los diálogos que se abren a los otros, este presente que por fortuna es bastardo e impuro. Pienso entonces que mis amigos son el ejemplo: me escribe Mireya, Mireya Hernández, para decirme que ya ha vuelto de Iowa. Con ella tengo pendiente una conversación sobre la preciosa semblanza que ha escrito sobre el cineasta Jonas Mekas, otro emigrante, lituano de nacimiento y estadounidense de pasaporte. Mireya me regaló un libro de cocina griega que consulto a menudo, como miro ahora el fabuloso recetario lisboeta con el que me sorprendieron hace poco Concha e Iñaki. Otro Álvaro, Álvaro Prados, actor y escritor, me anuncia que saldrá en septiembre su poemario Hans: the cosmic dancer, sobre el danés Hans Christian Andersen, cuyos cuentos, que tanto nos marcaron, confirman que la emoción no entiende de nacionalidades. Tan sólo una mirada a mi entorno me señala que la vida está en la mezcla, que la curiosidad por el otro es lo que nos ensancha el alma y nos ennoblece.

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