Elogio de editores y productores

08 de julio 2024 - 03:09

Apropósito del premio a la editorial Acantilado que hace unos días comentaba, quiero hoy hacer el elogio de los editores y productores no sólo como mediadores imprescindibles entre los autores y el público, también, desde el siglo XIX, como impulsores de la creatividad. Acumulan mala prensa cuando de los independientes se pasa a las grandes corporaciones y aparece la caricatura del capitalista gordo con puro y chaqué que estruja a los autores y cercena sus talentos para que con sus audacias no comprometan sus ganancias. Haberlos, haylos, como las meigas. Pero hasta a los más duros debemos que muchos autores hayan podido crear las obras maestras que disfrutamos.

Elogio a los editores y productores cinematográficos y discográficos que gobiernan grandes corporaciones que buscan éxitos masivos y a los de medianas o pequeñas empresas que privilegian la excelencia sin, por supuesto, descuidar lo empresarial: “Creo que en el dibujo general de la cultura los números no tienen que ser lo fundamental”, ha dicho Sandra Ollo, directora de Acantilado; pero añadiendo: “Si un proyecto editorial como Acantilado no cuida las finanzas de la casa, el proyecto intelectual no va a existir”.

En literatura me basta un ejemplo de la importancia de los editores. Dickens nació como novelista porque los señores Chapman y Hall le encargaron que escribiera los textos que desarrollaran los dibujos ya iniciados por Robert Seymour. Antes de que escribiera una sola palabra le presentaron la primera ilustración en la que se visualizaba a los miembros del club y al gran Samuel Pickwick ya definidos físicamente como tipos.

En música basta recordar cuánto debe el jazz a Norman Granz y su sello Verve, el soul y el R&B a los hermanos Ertegün y su sello Atlantic, y tanto la música antigua como la pop españolas a los hermanos Vidal y su sello Hispavox. Y en cine, que de las consideradas doce mejores películas de la historia siete son de los grandes estudios: Universal (Vértigo), RKO (Ciudadano Kane), Sochiku (Cuentos de Tokio), MGM (2001: una odisea del espacio y Cantando bajo la lluvia), Fox (Amanecer) y Paramount (El Padrino); o recordar, en el llamado cine de autor, cuanto debe la Nouvelle Vague a Georges de Beauregard o el Nuevo Cine Español a Elías Querejeta. Por eso los Oscar o los Goya distinguen entre la mejor dirección y la mejor película, recogiendo este premio el productor.

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