Las elecciones matan

El 2-D seguirá pesando en las Municipales y pesará también lo que haga -o deje de hacer- Pedro Sánchez en Madrid

07 de mayo 2019 - 02:33

En Indonesia, las elecciones no han sido la "fiesta de la democracia"; han sido un funeral. Más de 300 personas han muerto por dolencias cardíacas, cansancio y extenuación y otras 2.200 han caído enfermas. Cruzando puentes colgantes, cargando sacos por la jungla y atravesando ríos en lanchas de juguete. Repartiendo papeletas en los 800.000 centros de sus 17.000 islas y contando los votos de los más de 192 millones de votantes llamados a las urnas para elegir a 250.000 candidatos. El 22 de mayo sabremos si Widodo, el Obama indonesio, se ha impuesto a Subianto, un militar con un amplio historial de denuncias por violación de derechos humanos, para afrontar una segunda legislatura presidencial. ¿Importa?

Sin este volumen de muertos y enfermos, pocos medios estaríamos prestando estos días atención a las elecciones en Indonesia. La CNN alertó de las defunciones este fin de semana, medio mundo se ha hecho eco y hasta los estudiantes de Medicina de Yakarta ya han propuesto investigar qué ha ocurrido. Porque siempre moría gente pero no tanta...

En España, las elecciones no matan pero agotan. En sentido físico y mental. Y tendríamos que analizar hasta qué punto atrofian, distorsionan y condicionan nuestra propia capacidad de elección. El adelanto estratégico de unos comicios es legítimo pero se convierte en un problema cuando no es más que una consecuencia de la ingobernabilidad; una patada hacia adelante que deja a la fuerza ganadora rehén de la oposición en un escenario cada vez más complejo y fragmentado. Cataluña se ha convertido en un ejemplo de libro, el tripartito de Andalucía ya da síntomas de inestabilidad y el enrevesado clima de negociación de Pedro Sánchez ya pesa como una losa sobre las Municipales.

La mayoría de los candidatos que se disputan un sillón el 26-M no salen a ganar sino a pactar. Las mayorías absolutas se volaron cuando se dinamitó el bipartidismo y, con contadas excepciones, a lo que nos enfrentamos a partir de este viernes es una guerra de guerrillas donde, más importante que conocer el programa, será intuir dónde terminará nuestro voto. Pesa el 2-D y pesará lo que ocurra estos días en Madrid. Porque habrá interferencias por acción y por omisión. Hay muchos tipos de excesos y todos son perjudiciales. Me pregunto, por ejemplo, si no era posible negociar antes de publicar las candidaturas en el BOP; muchas de ellas escisiones de escisiones. Si no ganaríamos todos, ¡reduciendo incluso el gasto electoral!, acudiendo a una mesa con papeletas reconocibles.

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