¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El arte de renombrar un puente
Sevilla/Una de las guías secretas de Sevilla es la que señala dónde se puede desayunar a las ocho de la mañana en un velador con mantel, cubiertos y buenas vistas. Resulta fácil recomendar a un visitante dónde admirar el baile de los seises o disfrutar de una misa en la paz de un convento a primera hora de la mañana, pero no tanto dónde yantar el primer bocado de la jornada. En el hotel Colón, por ejemplo, que tiene cinco estrellas, cinco nada más y nada menos, oiga, que se dice pronto lo de las cinco estrellas, con lo que eso supone cuando llega la hora del puyazo de la factura, no hay mantel en el desayuno, sino la tabla de madera de la mesa directa para recibir el tacto de su tenedor o cuchillo recién metido en la mermelada o la mantequilla. Como si estuviera usted en un hotel de tres estrellas, pero resulta que al final los clientes pagamos la tarifa que nos pasan por delante porque somos borregos, dóciles ovejas que tragamos porque no tenemos criterio para reclamar, porque la sociedad del pensamiento políticamente correcto no se atreve a exigirle a un negocio de cinco estrellas lo que de toda la vida se ha demandado de un establecimiento de esa supuesta máxima categoría. ¡Tururú, borriquito como tú! Ocurre que en ocasiones hay hoteles de cuatro estrellas con detalles de gran lujo, caso del Amadeus, que resultan verdaderamente encantadores con tan solo mirarlos. Todas las mañanas se aprecian sus veladores mimosamente dispuestos para el desayuno con auténticos veladores en cuanto al tamaño, revestidos como es debido, con sus tazas, cubiertos y servilletas de tela, no de papel como algunos de los cutres negocios de supuestas cinco estrellas.
Nada de mantelitos de papel que se desintegran al mínimo chorreo del gajo de naranja o de la mermelada de fresa. Hay hoteles de cuatro y hasta de tres estrellas que ofrecen servicios de mejor categoría que los de cinco. Pero nadie lo dice, porque esta sociedad es cobardona. Y traga con tal de colocar las fotos en las redes que demuestren que ha estado en un hotel de cinco estrellas. Jajajá. Nadie sabe por esa foto que en realidad ha estado usted en un negocio de cinco estrellas donde... ¡no hay mantel ni nadie que se lo demande! El Amadeus, recoleto donde los haya, tiene las mesas como es debido. Mesas propias de un negocio de alta categoría. Si tienen cinco estrellas de verdad, ofrezcan un servicio de acuerdo con esa categoría. Donde vean cinco, muchas veces son cuatro. Donde vean cuatro, tal vez sean cinco. Atención turista, consulte bien donde se hospeda en Sevilla. No le timen. Que estamos ya hartos. Muy hartos. Cicatería se llama.
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