Disculpen las mejoras

24 de julio 2024 - 03:08

El título del este artículo pertenece a la ingente producción intelectual en las redes sociales del ministro de Transporte y Movilidad Sostenible, Oscar Puente. A cuenta de unos trabajos de reforma en la estación de Chamartín de Madrid, el incansable ministro twittero se mostraba muy ufano de lo bien que al parecer están quedando, rematando el post con el remoquete de “disculpen las mejoras”. ¿Es posible encontrar más soberbia y chulería en una sola frase?

Una de las cosas que más ha cambiado en la política contemporánea es la comunicación, motivada sin duda por la revolución de internet y el consumo masivo de contenidos en las redes sociales. Hoy, la opinión pública mayoritaria, no digamos la que no ha alcanzado la cincuentena, está conectada al mundo exterior sobre todo a través del móvil, y prefiere la inmediatez del mensaje corto a la información más elaborada, lo que obliga a los gabinetes de comunicación a modular los mensajes en formato breve pero comprensible para sus interlocutores. En los últimos tiempos, se ha extendido una nueva variante dentro de la comunicación digital, mediante la cual un político, se supone que en primera persona, se presenta en conexión directa con sus seguidores. Por lo general, suele tratarse de una información blanca, de natural sesgada y a favor de corriente, pero donde predominan los mensajes en positivo. Sólo ante una noticia o cuestión de gravedad, se permitirá el comunicador un tono más serio o interpelativo, incluso duro con el adversario, pero siempre enmarcado dentro del respeto institucional.

Lo novedoso de los continuos mensajes del ministro Puente por la red de los que no podemos librarnos por la tiranía implacable de los algoritmos (no menos de diez o doce al día) es su apartamiento absoluto de la corrección institucional de la que hablábamos, para adentrarse en los terrenos populistas de los nuevos comunicadores, auténticos outsiders de la política, acostumbrados a interactuar en el filo del alambre, expertos reconocidos en la provocación y el enfrentamiento. Es en este terreno de la disputa y la controversia, cuando no directamente del insulto, donde se mueve como pez en el agua el ministro, se diría que encantado de encarnar ese personaje faltón y pendenciero tan del gusto del presidente Sánchez, cada vez más alejado de los valores universales que llegaron a caracterizar las educadas formas de la vieja socialdemocracia.

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