El dilema de Ábalos y Koldo

06 de diciembre 2024 - 03:09

El denominado caso Koldo se ha convertido en el mayor riesgo de aborto, aunque ni mucho menos es el único, que tiene esta legislatura inviable: un empeño posible por una transacción política corrupta para seguir en el poder a toda costa. Conforme el avance de la instrucción –en su parte esencial ahora en manos de un juez del Tribunal Supremo– se deslice más hacia prácticas supuestamente delictivas en el seno del Gobierno, más probable será que la amalgama heterodoxa de votos que es la mayoría que permitió la investidura de Pedro Sánchez hace poco más de un año se disuelva definitivamente.

Y es la estrategia de defensa de Víctor de Aldama de autoinculparse, incluso en delitos que la investigación todavía desconocía, el que marca un punto de inflexión que elimina el cortafuegos que este Gobierno zombi creía haber establecido con su rauda reacción contra el ex ministro y ex secretario de Organización José Luis Ábalos tras la detención de Koldo García (una sobreactuación indiciaria de que conocían que el caso era mucho peor de lo que entonces se sabía). Como buen muerto viviente –en términos políticos–, el Ejecutivo es incapaz de ver el alcance de este movimiento y sus consecuencias finales. Precisamente burlarse de Aldama y retarle a que pruebe sus acusaciones ha servido de acelerante para una descomposición gubernamental que se inició en abril, con la pirueta de Pedro Sánchez de retirarse cinco días para reflexionar si seguía en el Gobierno o no. Decidió seguir pero empezó a irse.

A la espera de que la Justicia dilucide las consecuencias en la esfera del Derecho Penal que tienen las revelaciones del “nexo corruptor”, en la política la documentación entregada por Aldama en el Supremo pone en cuestión la política de contratación pública del Ejecutivo de Sánchez y si miembros pasados y presentes del Gabinete se prestaban a corromperse. De cómo digieran lo que se vaya conociendo los socios parlamentarios que puedan verse perjudicados por apoyar al Gobierno señalado como corrupto dependerá la prolongación o no de la legislatura.

Mientras PNV, Junts o la ultraizquierda lo decide, el dilema que puede cambiarlo todo lo tienen los protagonistas principales, aunque cada vez haya más secundarios relevantes: Ábalos y Koldo. Su decisión pivota entre una defensa que lo niega todo –como hasta ahora– o un giro radical para buscar beneficios penitenciarios si las evidencias que Aldama presenta como pruebas les aconsejan seguir su ejemplo y colaborar con el juez que ya les ha citado a declarar si tienen la certeza de que negarlo todo no evitará condenas.

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