Somos estos días de alerta roja

No podemos ni debemos tenerlo todo. Con estos días insufribles nos hacemos perdonar los éxitos

Diez cosas feas de Sevilla

Días de ola de calor.
Días de ola de calor. / Juan Carlos Muñoz

27 de junio 2023 - 04:00

Sevilla/Somos estos días que acatamos pero no aceptamos, que nos roban la energía y nos obligan a vivir al ralentí, que nos hurtan hasta las ganas de vivir, que nos dejan las horas útiles diezmadas. Una pandemia nos arrebató dos años de muchas cosas, el calor nos birla mucho tiempo, nos manda parar y resguardarnos, nos hace sentirnos sencillamente peores. Usamos el humor para combatir el calor porque somos un pueblo inteligente. Y el humor es una virtud de quienes saben sobrevivir y no dejarse llevar por circunstancias adversas. Contra el calor, la ropa y el carácter... frescos. Pero no, no nos gusta como somos estos días, aunque seamos también como estos días. Tampoco muchas personas se gustan a sí mismas cuando se miran al espejo o reconocen haber hecho cosas de las que no se sienten orgullosas. Sevilla con mucho calor es ese ser insoportable que no para de referir que está atacado de kilos o ese niño caprichoso necesitado de horas de sueño que termina por romper cualquier reunión de adultos.

Pero somos esto que estamos sufriendo. ¡Y tanto que lo somos! Ahora le llaman alerta roja y nos dan la matraca en los telediarios, antes nos explicaban que era el efecto de estar localizados en la depresión del Guadalquivir. Calor hace en toda España, incluso peor que el nuestro porque por el Norte lo sufren con el aderezo de la humedad. Pero nosotros arrastramos la peor fama. Nuestro éxito ha sido el de haber llenado los hoteles incluso en agosto. Hace aproximadamente diez años que triunfamos como destino turístico incluso en estas fechas. Hay gente y turistas para todo. Te cruzas por la calle Águilas a familias nórdicas a la búsqueda de la Casa de Pilatos y van con la piel roja como el color de la alerta. Los ves haciendo cola para entrar en la Catedral y recuerda uno los tiempos en que obligaban a llevar el pantalón largo para acceder al templo. ¡Cualquiera se atreve ahora en el Cabildo a imponer semejante obligación con los criterios imperantes del confort térmico! Miramos con indulgencia a esos pobres turistas que se han atrevido a meterse en la caldera de nuestros peores días. El calor nos iguala a todos. Hasta hay quien dice que nosotros estamos acostumbrados. Já. A la penitencia de estas cadenas no se acostumbra nadie nunca. Ni sirve el cuento de la cerveza fresquita. Sólo la sombra, el agua y permanecer quietos, acaso mirándonos al espejo para toparnos con una de nuestras grandes caras:el calor que nos hace insufribles. No podemos tenerlo todo, ni debemos tenerlo todo: la luz, la belleza, el río. Las ciudades como Sevilla son como las personas triunfadoras. Con estos días se hacen perdonar ciertos éxitos.

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