
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El encanto de las prohibiciones en Sevilla
Parece incomprensible que los partidos políticos gasten tanto dinero en montar actos, congresos o mítines en estos tiempos tan líquidos y con tantos medios para difundir la información. Suena a antiguo, a otra época, por muchas pantallas dinámicas que haya. Como el Congreso Regional que el PSOE ha celebrado este fin de semana. La respuesta se encuentra fácilmente yendo a uno de ellos. Los asistentes salen del recinto (también pasa en los encuentros que organiza el PP e incluso en los que montan desde Izquierda Unida), con euforia colectiva, con entusiasmo y con el convencimiento de que van a ganar las próximas elecciones, aunque ni siquiera estén convocadas.
Son espectáculos sensoriales, con música muy fuerte y arenga a las masas como mandan los cánones. Pero tal vez el secreto no está en los discursos o en la alegría contagiada. Ni siquiera en la posibilidad de tocar a los líderes, hacerse una foto con ellos e incluso cruzar algunas palabras y saludarlos al menos en estas ocasiones, por mucho que eso sea importante para quienes cogen los autobuses (¡ay, los autobuses!).
Una de las claves de estos encuentros es el proyecto compartido. Los socialistas andaluces que se han desplazado hasta Granada han visto cómo había casi tres mil personas defendiendo lo mismo que ellos, personas normales y corrientes y no meras cuentas en las redes sociales en las que sólo se vomita odio.
Hasta aquí todo en orden. El problema de estos encuentros es el día después. Se apagan los focos y todo vuelve a ser gris y esas personas retornan cada una a su realidad. Por eso el reto principal ahora es recuperar la calle. Durante el fin de semana pasado, Montero no ha parado de decir “cabeza arriba, ilusión, ganas y fuerza”; porque es consciente de que aunque el trabajo que ha realizado (tratar de lograr una pax montero) ha sido importante, ahora le queda lo peor.
Ya tiene a su gente y no era fácil, insisto, ahora le falta convencer a todos los andaluces de que puede sustituir a Juanma Moreno al frente de la Junta y que puede ser una buena presidenta autonómica. Le queda tiempo por delante aunque, por el momento, las encuestas que tiene Ferraz y algunas de las que se publicarán en estas semanas en diferentes medios y que se han comentado en los pasillos del congreso, no le dan muchas alegrías. Todo lo contrario, ya que podrían registrar una bajada de hasta cuatro escaños. O quizás eso no sea más que una intoxicación. Lo que está claro, lo saben en la Moncloa, es que a Montero la valoran más fuera de Andalucía que dentro. Eso y que el 45% de los andaluces le da el valor más bajo, un 1. Eso en la encuesta del CIS.
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