Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
coge el dinero y corre
EL despertador suena a las 9.00. Bajas al supermercado Kaiser's y compras más o menos al precio de un Dia. Desayunas en casa y después te calzas las zapatillas y te vas a correr a una pista de atletismo abierta al ciudadano a menos de cien metros de Pappelallee, la principal arteria comercial y estética de Prenzlauer Berg con permiso de la Oderberger strasse. Decides comer en la calle y estudias distintas opciones a tiro de piedra: un vietnamita (Vinpearl, 9,40 euros, bebida incluida); una pizzeria (Zia Maria, porciones generosas desde 2 euros); una hamburguesería (Kreuzburguer; desde 2,50 euros); o un japonés (Mikoto, combinado de maki y sushi a partir de 6 euros).
Tienes sed. Entras en uno de los tres o cuatro 24h de la zona y te llevas una Becks de medio litro por 1,10 euros. ¿Prefieres algo más original? Apuesta por Ámbar o Berliner Pilsner, ambas del mismo precio. Para quemar calorías y de paso visitar otro barrio, barajas dos opciones: alquilar una bicicleta (Lila Bikes, ocho euros el primer día y cinco a partir del segundo) o directamente comprarla (Bike Piraten). Si eres buen negociador, si te has curtido en los mejores bazares del mundo, la comprarás por 100 euros y la revenderás por 75. Vas a vivir un mes en Berlín, así que este medio de transporte supone para tus arcas un coste diario de 0,83 euros.
Aprovechas el omnipresente carril bici para plantarte en Friedrichsein y comprar ropa de segunda mano al peso. Ah, prefieres una marca solvente como Levi's. No importa: por el mismo modelo que en España largas 22 euros menos. Compruebas que la bicicleta sigue en su sitio (ocurrirá los restantes 29 días) y das un paseo. Casualmente, te topas con una inmobiliaria. Te acercas al escaparate a curiosear las ofertas y se te queda cara de gilipollas: aunque los precios de la vivienda han entrado en una espiral alcista que alarma y cabrea al berlinés medio (Wohnen in Berlin wird immer teurer, titula el Berliner Zeitung a todo trapo), un apartamento top (97 metros cuadrados más terraza y unas calidades que Españistán jamás cultivó) en un barrio top (Prenzlauer Berg) se vende por 340.000 euros. Conviene recordar que Berlín es la capital del Cuarto Reich, no Cuenca o Sevilla.
¿Ruge nuevamente tu estómago? Pedaleas rumbo al Mitte en busca de la Weinerei, donde abonas el precio de la copa de vino que te sirven como única opción (2 euros), comes libremente y dejas la voluntad. El problema es que los españoles comienzan a ser mal vistos en este tipo de negocio. Su voluntad suele ser sinónimo de chatarrilla. Es sábado y ya cae la noche. Estás cansado. Atas la bici a un poste (ya la recogerás mañana), te subes al tranvía y se te saltan las lágrimas: es un tranvía de verdad, rápido, silencioso y con un montón de paradas donde nadie paga a partir de las 21.00 (norma no escrita de escrupuloso cumplimiento sin distinciones de raza, sexo o religión). Hogar dulce hogar. Enciendes el ordenador y buscas opciones baratas para el futuro inmediato: hay al menos cinco museos gratuitos además del gigantesco museo que constituye la propia ciudad. Una mosca se te posa en la oreja de repente. ¿Es España una soberana estafa?
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