Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Sevilla/El candidato del PP a la Alcaldía ya tiene un despacho la mar de discreto en pleno Centro de la ciudad para organizar el trabajo en su carrera a la Alcaldía. Como las tropas romanas en vísperas de una conquista, Sanz acampa a cien metros mal contados del Ayuntamiento que el centro-derecha quiere recuperar tras el desalojo traumático del poder en 2015. José Luis Sanz se ha montado su particular centro de operaciones a la vera de la Plaza de la Magdalena, muy cerca de donde niño merendaba tortitas con nata a finales de los años setenta. Monteseirín hizo algo parecido en 2007, cuando su guardia pretoriana, Gómez de Celis al frente, alquiló un local a la vera de la Plaza Nueva. Sanz no tiene coche oficial, se le ve acudir a los sitios en moto. Si la moto no arranca coge el coche y las pasa canutas como cualquier sevillano para aparcar y llegar a tiempo a esos funerales donde la Sevilla conservadora comienza a verle con agrado.
Este Oseluí no tiene asiento en el Salón Colón, como tampoco lo tiene Espadas en las Cinco Llagas. Está consagrado estos meses a la tarea del cuerpo a cuerpo. Toma más cafés que Juan Valdés y tiene la agenda cargada de almuerzos y cenas. El objetivo es que todos esos denominados agentes sociales, ciudadanos influyentes, cargos institucionales y líderes vecinales tengan una primera impresión directa de quien pretende ser alcalde. En el observatorio de Sanz están las pizarras donde Lola Vallejo traza el plan de trabajo. Es el lugar desde el que se ejerce ya el liderazgo de la oposición municipal. Zoido tuvo pocos meses para prepararse sus primeras elecciones, las celebradas de 2007. Sanz, en cambio, tiene lo pedido en su carta a los reyes de Génova: casi dos años por delante, dos ciclos completos de la vida de la ciudad (dos Navidades, dos Semanas Santas y dos ferias).
El otro día incluyó en su ronda de cafés hasta a la ex alcaldesa Soledad Becerril, con la que cuentan que echó un rato la mar de agradable. Este tiempo de indefinición de los socialistas con respecto al futuro gobierno de la ciudad está siendo hábilmente aprovechado por un tipo discreto que, de momento, aplica a una capital de casi 700.000 habitantes el programa de trabajo que le llevó a sucesivos éxitos en Tomares. Del despacho secreto a los barrios, de la pizarra a la calle, de las tortitas con nata a los cafés. Sanz tiene un observatorio particular con pizarras y mesa de trabajo desde el que otea la espadaña de la Magdalena, la plaza que estrena este otoño hotel minimalista y aspirante a alcalde.
También te puede interesar
Lo último