La desfachatez no la prejubilan

AYER vivimos la campaña de mala imagen Andalucía 37. Espejo de nuestras miserias como sociedad corrompida por el afán de vivir a costa del erario público. Descomunal agravio que premia por la cara a quienes han ocupado cargos para que tengan de tapadillo un retiro dorado. Indefendible ya la ausencia de destituciones en la Junta y en el PSOE. Cada día que pasa se confirma la existencia de una trama organizada que no era cosa de cuatro sinvergüenzas. La Consejería de Empleo es una de las claves de bóveda del clientelismo que caracteriza al régimen, malgastando los impuestos. Subvenciones, subsidios, prejubilaciones, cursos... Todo forma parte de la misma concepción cortijera que pone de acuerdo a tantas gentes que se dicen de derechas o de izquierdas, y sólo tienen espíritu competitivo para luchar en arrimarse más y mejor al perol.

Ha hecho bien el Gobierno andaluz en suministrar a la juez Alaya más expedientes de prejubilaciones fraudulentas. Ya era hora. Pero comete un pecado de lesa democracia al negarse, una vez más, a poner en marcha una comisión de investigación en el Parlamento. Toda la arquitectura administrativa está en cuestión, en pleno debate sobre la función pública saturada de organismos que gestionan ingentes sumas de dinero bajo menos controles y con más enchufados al mando. La misión de los jueces no es organizar las políticas de empleo ni los procedimientos para tramitar el ERE en una empresa. Si la Cámara no entra a debatir temas esenciales como éste para mejorar las normas y los métodos de gobierno, se evidencia que a la soberanía popular la han sometido a un ERE. Y encima se están quedando con su dinero.

Humillados y estafados por quienes decían ser socialistas y han traicionado la sagrada llama de la honradez, los ciudadanos asisten al saqueo de su presente, comprendiendo por qué seguimos siendo el farolillo rojo de la España económica. Porque es un negocio aprovecharse de la gran cantidad de paro.