Descolonizar a los mariachis

09 de julio 2024 - 03:09

De la última película de José Luis López-Linares, Hispanoamérica. Canto de vida y esperanza, se me quedó clavada en el cerebelo una reflexión realizada por el musicólogo Faustino Núñez –una de las voces más interesantes que participan en el documental–. Más o menos consistía en lo siguiente: la conquista de América no se hizo sólo con la espada y la cruz, sino también con otro elemento fundamental, la guitarra. Fue escucharla y venirse a la memoria las milongas, sambas, boleros, rancheras, cumbias, merengues, ballenatos, sones... y todo ese corpus de canciones de la gran América del Sur con la que todos –al menos los de mi generación– crecimos gracias a la afición que en España existía hacia el folklor de allende los mares. Aunque nadie nos lo decía, era y es la banda sonora de una civilización, la hispanidad, que nació del mestizaje (a veces doloroso, otras placentero) entre los tres grandes elementos que la configuran: el español, el indígena y el negro. La música americana nunca nos será ajena porque es tan nuestra como la jota o la muñeira.

Todo esto lo recordé hace unos días cuando vi la emocionante despedida que la plaza de toros de Pamplona le dedicó a Pablo Hermoso de Mendoza, uno de los mayores rejoneadores de la historia: toda la grada en pie entonando junto a un grupo de mariachis uno de los grandes himnos de la Hispanidad, El Rey, la legendaria ranchera compuesta por José Alfredo Jiménez y canción de guerra de beodos, sean estos realistas o patriotas. ¿De dónde venían esas guitarras, esos vientos, esos sombreros, esos ropajes charros, esos mostachos morenos? Quizás muchos de los que entonaban a voz en grito “con dinero o sin dinero” habían votado a Bildu y creían que estaban cantando una canción extranjera, como si México fuese una entidad ajena a nuestro propio devenir histórico. Pero no, todos sabemos, de los Pirineos a la Isla del Hierro, que El Rey es tan nuestra como La bien pagá o Francisco Alegre.

En estos días en que el ilustre ministro de cultura Urtasun anda empeñado en “descolonizar” el Museo de América, le sugiero que no sea tímido y vaya más allá, que proponga a sus homólogos la completa “descolonización” de la cultura popular hispanoamericana, que le quiten al folklore la guitarra o cualquier elemento español que tenga, a ver qué es lo que les queda más allá de inconexos sonidos tribales que no se reconocen como unidad. Y a ver también qué cantamos todos, bilduetarras o andalucistas a lo Moreno Bonilla, cuando estemos borrachos y con ganas de celebrar la vida.

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