La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Muchas terrazas e interiores de bares del centro y de los barrios son a media mañana un cementerio de platos sucios, bordes de tostadas mordidas, sobres de colacao abiertos con parte del contenido espolvoreado, cucharillas de café dentro de los vasos (detalle horrible donde los haya) y, por supuesto, un rosario de vasos de tamaño pequeño que debieron ser de agua. La demora en recoger y limpiar las mesas permite comprobar lo importantísimos que son los desayunos como motor de la economía, sobre todo en momentos de penuria económica y de bajonazo de la hostelería. El chorreíto del tentempié matinal salva muchas cajas de los bares. El cafelito con la media tostada es una fuente de ingresos nada despreciable. Y como dice el abogado Pedro Molina de los Santos, el desayuno en un bar es un lujo muy barato. Casi es la única comida del día que conviene hacer fuera de casa en una sociedad donde el verdadero lujo es almorzar donde uno pernocta.
La que hay que liar en casa de uno para desayunar no está pagado. Saque usted la tostadora, busca el pan, abra el cartón nuevo de la leche porque le han dejado el anterior en el frigorífico con solo un dedo de contenido, pregunte dónde está la sacarina, no mejor prefiero el azúcar moreno, ponga un mantel no vaya a desayunar sobre la encimera, saque las servilletas, no hay cucharillas de café, hay que usar una sopera... Y después meta todo en el lavavajillas. ¡Cuánta razón tiene este sabio Molina! ¡Si hay bares donde desayuna uno por 1,50 euros! Sí es cierto que cada vez es más usual que haya establecimientos que sirven el pan, pero el resto de la tostada se lo tiene que montar usted como si fuera un mueble de Ikea. El tomate por un lado, el envase de aceite por otro, la loncha centinela de jamón por ahí suelta...
En fin, todo es quejarnos. Pero es verdad que al lujo de comer en casa hay que sumar el de desayunar en la calle. Además, el café de bar es el que verdaderamente despierta, quita el sueño, despabila y te pone las pilas. Y el follón que se ahorra uno desayunando en un bar no tiene precio. Ahora hay bares que hasta ofrecen aguacates para desayunar junto a la manteca colorá, la cachuela y la mantequilla ZAS. Y tienen leche sin lactosa, azúcares de varios tipos y fiambre sin gluten. Hay que apuntarse a desayunar en los bares. En vez de pagar la comisión en un cajero, se gasta uno esos eurillos en un bar. Cada vez que saco dinero de un cajero que no es de mi entidad financiera, la pantalla me avisa del cargo extra. La última vez fueron 2,20 euros. Y se queda uno pensando: "Ea, un desayuno menos". Molina siempre tiene razón.
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