La derecha y los tíos

Andalucía, especialmente sus provincias más festeras, ha emergido como granero de Se Acabó la Fiesta

13 de junio 2024 - 01:00

Teresa Rodríguez, la ex de todo, excepto de Kichi, ha lanzado el mensaje y la conclusión definitivos: “A la extrema derecha la votan los tíos”. Un casi eslogan que, de moverse convenientemente en institutos y gimnasios, llenará las urnas de votos extremados de jóvenes en edad complicada. ¿Qué quiere, por encima de todo, un chaval de dieciséis a veinte años sino ser, o al menos parecer, un tío? El tuit de Teresa nos muestra hasta qué punto la izquierda, toda ella, ha sido cogida a contrapié por la evolución electoral de Andalucía. Por si fuera poco con Vox, ahora lo que faltaba es el fenómeno Alvise. ¿Qué demonios está pasando aquí?

Andalucía, especialmente sus provincias más festeras, ha emergido como granero de Se Acabó la Fiesta. Para colmo, sin que ello haya abierto vías de agua en Vox, que mejora resultados respecto a las anteriores europeas en todos y cada uno de sus municipios, y sin frenar el tsunami pepero, el atracón con que ha fagocitado por completo al antaño populoso y urbanita voto de Ciudadanos. Pero, entonces, ¿de dónde salen esos votos? Veamos primero de dónde no. Y no salen de los pueblos y los barrios que eran de verdadera izquierda, de tradición comunista, donde el PCE arraigó con fuerza y se ha mantenido durante décadas bajo todas sus pintorescas versiones. Esas bolsas, nunca demasiado extensas, parecen inmunes a los encantos del llamado “populismo”. Bastante tienen con el suyo.

Pero había y hay una falsa izquierda, en realidad un gran equívoco, sobre la que el PSOE construyó su régimen. Una sociedad profundamente conservadora en sus aspiraciones y formas de vida que votaba, y en buena medida sigue votando, socialista como se es de una hermandad o de una peña de lo que sea: un signo de identidad. En esas amplias capas, largo tiempo refractarias a la derecha, empezó hincando el diente Vox, lo hace ahora también Alvise y, elección a elección, esos “tíos” van viendo que ser de derechas no es tan malo como les dijeron. No son progres, lo woke es lo más contrario a su mundo, matan por sus familias, rechazan la inmigración incontrolada, temen la delincuencia y la degradación de sus barrios, les gusta ser como son. No van a seguir la senda que les marquen “tías” y viragos empoderadas, notas dudosos con gafas de pasta, ecolojetas de agenda 2030. En diez años a Andalucía no la va a conocer ni la madre que la parió.

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