La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
Los entretenidos, porque lo son, volatines de la agenda nacional casi nos hacen olvidar que este próximo domingo se celebran unas elecciones que todos están de acuerdo en calificar de “decisivas” para el futuro de la Unión Europea. En la España de Sánchez estamos tan ensimismados con los negocios de la consorte, del suegro, del hermano, del hombre de confianza y de los amigos del “puto amo”, que parece no haber vida fuera de la gironada piel de toro. Así, las elecciones europeas se nos han convertido en un nuevo referéndum destinado a medir el respaldo presidencial, quedando fuera del foco el asunto principal: hasta dónde llegará el avance, que se da por seguro, de los dos grandes grupos de la derecha europea, el denominado Identidad y Democracia, que se nuclea en torno a los franceses de Marine Le Pen, y el de los Conservadores y Reformistas Europeos, cuyo principal activo actual es Giorgia Meloni, y en el que se inscribe Vox.
En pocos años estos grupos, antes casi irrelevantes en el Parlamento, han ido adquiriendo protagonismo en la medida en que los partidos que los componen han conseguido que sus denuncias vayan calando en amplios sectores de sus electorados: la inmigración irregular y sus múltiples efectos asociados, el fracaso de las sociedades multiculturales, la pérdida de soberanía de los Estados en contra del espíritu –y a menudo la letra— de los tratados, el favorecimiento a ultranza de la agenda 2030 y de las ideologías woke, la demencial apuesta por el extremismo verde etc. Sin embargo, estos grupos derechistas mantienen diferencias en cuestiones importantes, tales la actitud ante la propia Unión, que no es discutida por los de ECR, y la posición sobre la guerra en el Este, en la que el apoyo a Ucrania es mucho mayor en estos que en ID.
Pero la gran novedad, más allá del fuerte incremento de escaños que ambos grupos esperan, podría ser su unificación, lo que les llevaría, con toda probabilidad, a constituir la segunda fuerza en el Parlamento, no muy lejos del Partido Popular Europeo. Esto, de confirmarse, podría deber mucho a los oficios de Santiago Abascal, uno de los líderes de la derecha con más capacidad de interlocución entre sus homólogos, como ha podido verse recientemente en Europa Viva 24, la impactante convención de Vox de hace tres semanas. El domingo empezaremos a saberlo.
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