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La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El derecho del Papa a una buena muerte
La que se ha liado por el desafortunado comentario de la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada, diciendo que, por estar de mudanza, “vivo como una gitana”. Hay expresiones que están en nuestra memoria colectiva, como en la de los gitanos existen otras referentes a los andaluces, que ellos siguen llamando “payos”, “gachés” o “gachós”. Ya en el siglo XVI los gitanos nos llamaban “payos” de manera despectiva, que significaba campesino lelo o palurdo. Eso se ha ido perdiendo, pero sigue ahí. “Canta muy payo”, dicen los gitanos cuando un andaluz no calé no canta a compás, no pellizca o carece de duende.
A los de mi edad, nuestras madres nos decían “pareces un gitano”, cuando llegábamos sucios a casa después de revolcarnos en el barro. A mí me dicen que vivo “como un gitano”, porque vivo en el campo con perros y gatos, libre en un pinar de la marisma sevillana. Nunca me he ofendido, entre otras razones porque adoro al pueblo gitano, en general, por sus hermosos y casi perdidos valores. Lo que no soporto es al gitanista que va de defensor de los gitanos, por sistema, para quedar bien y que lo inviten al Potaje de Utrera.
Claro que doña Ágatha se ha pasado tres pueblos con su comentario, aunque no la creo tan racista como dicen. A todos se nos puede escapar alguna vez una frase hecha de este tipo. “Haces el indio”, por ejemplo, o “sudas como un negro”. Creo que todos deberíamos hacer un esfuerzo por ir eliminando este tipo de frases hirientes que no caben ya en el vocabulario del siglo XXI. Ni todos los andaluces de pueblo somos campesinos lelos, torpes o palurdos –o sea, payos–, ni todos los gitanos son vagos, delincuentes o flamencos de mal vivir. Sin embargo, algunas frases referidas a los gitanos sientan bien en esa comunidad. Por ejemplo, “canta y baila con el arte de una gitana”. Es un piropo, claro.
Me gustaría saber cuántos de esos gitanos o gitanistas escandalizados por la metedura de pata de la diseñadora han dicho alguna vez algo sobre por qué el fracaso escolar de la comunidad gitana es de un 64% frente a un 13% para el conjunto de la población. Es un dato de la Fundación Secretariado Gitano. No entramos en otros de esta misma fundación por no amargarles el día, que tienen que ver con el acceso a la vivienda, el trabajo o los derechos sociales. A ver si todos esos demagogos o esas demagogas que han dado la nota hablan un día de este drama que no tiene ningún sentido en un pueblo que llegó a España hace seis siglos.
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