La defensa de la ciudad

La aldaba

Europa se rearma y el río es una amenaza, pareciera que de pronto hemos retrocedido muchas décadas

La Sevilla desahogada

Las manos que hacen la ciudad

El Guadalquivir esta semana.
El Guadalquivir esta semana. / M. G.

20 de marzo 2025 - 04:00

El río está ahí. Siempre lo ha estado, aunque haya habido períodos de verdadero divorcio con la ciudad. Somos hijos del río que es nuestro origen y nuestra primera fuente de vida. Del río se han dicho muchas tonterías, sobre todo los políticos en campaña con la matraca de llamarlo la "calle ancha", proponer piscinas fluviales, la recuperación de playas artificiales o carriles náuticos para catamaranes en los días de Feria. La de humo que se ha venteado con el río. Ahora ha dado un serio aviso de crecida, como las que conocieron generaciones anteriores. De pronto se oye una música que nos hace imaginar fotos en sepia de etapas que considerábamos vencidas. Hay una guerra en el Viejo Continente. Sí, en la Europa del siglo XXI, en la de la Unión que nos debía hacer más fuertes y vivir en paz, la de la OTAN y todas las fórmulas puestas en práctica para evitar nuevos conflictos. Pero tenemos desde hace tres años una guerra con tanques y drones en el territorio donde dábamos por hecho que nunca más habría enfrentamientos al estilo de las películas. La guerra era cosa de países bananeros, revoluciones de ultramar o piratas en los mares. Pero vivimos en una Europa que necesita un rearme exprés, el mundo retrocede hacia un nuevo orden, las certezas se han evaporado porque los Estados Unidos no son ya el garante del orden mundial. Y de pronto en Sevilla los titulares informativos advierten de la activación del muro de defensa para evitar que el Guadalquivir nos inunde como antaño, como ocurrió hasta los años sesenta cuando las barcas navegaron por la Alameda de Hércules y el agua llegó hasta la calle Oriente. De hecho hay toda una generación hija de la riada.

Al menos ahora contamos con una obra de ingeniería que desde 2011 permite la defensa de la ciudad frente a un río embravecido por la sucesión de borrascas. Somos barrocos hasta cuando se interrumpen de forma brusca los largos períodos de sequía. Somos de pendulazos graves. Nunca podemos perderle ni la vista ni el respeto al río que todo nos lo ha dado y que de vez en cuando se pone en el sitio que le corresponde. Europa aumenta el gasto en Defensa. Las bombas explotan en Ucrania. Y Sevilla en alerta por el río. Hay cosas que no cambian: la maldad de algunos seres humanos y el poder de la naturaleza. Cuando el hombre cree que tiene todo bajo control , el chiringuito de la estabilidad se viene abajo. Y entonces comprueba el tiempo que ha perdido en debates estúpidos. La paz y la seguridad debieron ser lo primero.

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