La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
Que no nos mareen demasiado con esa nueva cacicada del Gobierno para controlar aún más RTVE. La radiotelevisión pública nacional siempre ha sido una de las grandes asignaturas pendientes de la democracia española desde que San Adolfo Suárez la convirtió en su herramienta de control social y político preferida. Después, el resto de los gobiernos hicieron exactamente igual. En este asunto, como en tantos otros, el PP y el PSOE comparten la responsabilidad.
El decretazo, eso sí, es una vuelta de tuerca más en la deriva bonapartista de Pedro Sánchez y en la plurinacionalización de las instituciones. Lo dicho puede parecer un oxímoron, pero el sanchismo triunfante es capaz de elevar a realidad palpitante la más imposible de las contradicciones. El divino Pedro coloca un ladrillo más en ese muro (ahora catódico) que pretende aislar a media España y le da mayor parcela de poder a los que sólo quieren destruirla. Si para ello se tiene que ningunear y humillar al Senado, que pierde un considerable peso en la elección de los consejeros de RTVE, se hace sin ningún tipo de escrúpulos. Para las apetencias de poder de Sánchez, el Senado es un obstáculo demasiado grande y ya ha puesto a trabajar a los zapadores para que acaben con él.
El Gobierno que hace unas semanas se erigía como paladín de la “vera prensa” y en contra de “los pseudomedios”, los bulos y las fakes, da un paso más en su control de RTVE ayudado de sus socios independentistas. Ahora, el presidente de la corporación tendrá unos poderes de administrador único y una comparsa plurinacional que irá a sus asuntos lingüísticos y paleoantropológicos. El pienso que su parroquia quiere. Esta extraña mezcla de cesarismo socialista y confederalismo disgregador va a terminar agrietando muy seriamente la democracia española, si no lo ha hecho ya. Aparte está la extrañeza de ver a algunos profesionales de la prensa callar vergonzosamente. Los mismos que están todo el día dando lecciones de periodismo y, sin rubor alguno, se ponen como ejemplo de buen hacer y ética, ven desde la barrera este nuevo mangoneo impúdico de la radiotelevisión pública.
RTVE podría ser una magnífica herramienta de información, divulgación cultural y entretenimiento. De hecho, a veces lo ha sido y lo sigue siendo, como vemos y oímos en numerosos programas, de forma muy especial en RNE. Tiene un buen plantel de profesionales (algunos, sin embargo, son simples instrumentos del partido de turno) que podrían funcionar mucho mejor sin tanto comisario político vestido de borrego. Con este decretazo se da un nuevo paso atrás.
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