¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Ay, qué dolor, madre mía, qué dolor. Que me la han partido en dos, qué angustia, qué dolor. Sevilla en Fitur han sido dos. No una, dos. La Sevilla de la capital y la Sevilla de la de la provincia, vieja teoría de la dualidad que rima con la pura realidad. Qué desatino, qué sinrazón, qué despropósito, ay qué dolor. Nos hartamos de pregonar la sinergia, la colaboración entre administraciones, la cultura de la alianza, la mesa de los acuerdos, la necesidad de impulsar las rutas urbanas y rurales... Y resulta que la marca Sevilla acude a Fitur en una deconstrucción que no la mejora un cheff de los que te da de comer cuatro tonterías y encima el tipo centra la conversación con tal intensidad que al salir del establecimiento parece que has cenado con el nota que sirve y no con sus amistades. Nos venden que hay que trabajar unidos por el destino Sevilla porque se intensifica la competencia en el mundo globalizado, pero resulta que nuestra presencia está partida, diferenciada, desagregada. Elija cada cuál el término en función de su ideología o nivel de pusilanimidad. Con media hora de diferencia se celebraron los actos de la capital y la provincia. Dice el alcalde Oseluí que la capital tiene discurso propio. Toma, claro. Y San Nicolás del Puerto tiene la playa que no tenemos en la capital. Y Carmona posee el Parador que no tenemos en la capital. Y Osuna y Cazalla tienen los preciosos casinos que no tenemos en la capital. Y el Aljarafe cuenta con la ruta del mosto que no tenemos en la capital. Y la provincia entera tiene los tesoros de cuaresma y Semana Santa propios que de ninguna manera tenemos en la capital, ¿verdad, Diego J. Geniz?
La singularidad es innegable en la capital... y en la provincia. Acudir por separado nos hace más débiles y nos retrata. Son motivos de política de baja estofa. Javier Fernández (PSOE), un presidente de la Diputación Provincial que no ha querido dejar la Alcaldía de la Rinconada (eso no lo mejora ni la escuela Arenas donde se enseña la importancia del poder territorial), se ha topado con la oposición de Oseluí (PP). La gracia está en que hubo empresarios y sindicalistas que tuvieron que elegir entre el acto de la capital o el de la provincia. Resultaba un poco ridícula una desestructuración más que forzada en la era de la suma de fuerzas, la combinación de atractivos próximos y la cantinela de los pactos entre provincias hermanas. ¿No era Paco de la Torre, alcalde de Málaga, el que pactaba con el alcalde Espadas la oferta del eje turístico de las dos ciudades, incluso con las de Córdoba y Granada? ¿A cuento de qué la capital va por libre en Fitur? El alcalde Oseluí debe entenderse con Fernández. Demos altura a la ciudad. Quitémonos el peor barniz de pueblo, tengamos altura de miras y hagamos frente común.
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