Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
EL debate cara a cara supuso un punto de inflexión en la campaña del 23-J. No hay duda de eso: lo reflejan todos los sondeos, salvo el CIS de Tezanos (que lo confirma con su empírica tendencia a fallar a contracorriente).
El espejismo de remontada del PSOE gracias a la ruta catódica y herciana de Pedro Sánchez (en realidad acortaba la brecha con el PP, pero éste no aflojaba apenas en apoyos) se truncó al perder el sitio el presidente del Gobierno al inicio del debate. Y, simultáneamente, Alberto Núñez Feijóo disparó sus apoyos y su valoración como líder, aupado en la imagen de presidente más que de aspirante que ofreció.
Este cambio de tendencia y aceleración de las opciones de victoria del PP ha instalado, empero, la idea de que la suerte electoral está echada. ¿De verdad es así cuando queda una semana completa de campaña?
Es probable que sí esté asegurado que su partido sea el más votado, pero se siguen librando las mismas dos guerras en 52 batallas, aunque ahora las tropas azules estén en vanguardia.
Sigue siendo vital conocer cuál es la distancia real, al contar los votos, entre el primero y el segundo, sobre todo en las provincias que eligen menos de cinco escaños y que aportan 108 de los 350 diputados al Congreso. De ello dependerá si se van a pelear los restos con la tercera fuerza, según muchos sondeos Vox, o el sistema electoral primará al sufragio más numeroso y lo acercará a la mayoría suficiente para gobernar en solitario. Feijóo sostiene que pelea por 20 escaños. Cautela.
Si la tendencia se acrecienta esta semana, en la que Sánchez debatirá en RTVE con Santiago Abascal y Yolanda Díaz, pero sin Feijóo, la campaña será un calco de la andaluza de 2022 y los restos –y escaños– caerán como fruta madura. ¿Hasta la mayoría absoluta? Atentos.
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