El cuento más cruel

A veces los temores se hacen realidad: hoy hace siete días que desapareció la estudiante española

08 de mayo 2019 - 02:32

En estos tiempos de imbecilidad global en los que en nombre de las políticas de género se crean listas negras de directores de cine, índices de películas prohibidas y se censuran los cuentos-recientemente fue noticia que un colegio catalán retiraba Caperucita roja, La bella durmiente y La leyenda de San Jorge y el dragón por sexistas- resulta que los lobos, ogros, cocos u hombres del saco existen. Los cuentos, como todas las ficciones, deben respetarse por fidelidad a los textos originales y para saber cómo se vivía y qué se sentía en tiempos remotos, pero sobre todo porque dan forma no solo a roles sociales cambiantes sino a realidades y temores intemporales que tienen que ver con lo peor de la naturaleza humana. La novelista Fred Vargas -premio Princesa de Asturias de las Letras en 2018- ha jugado con habilidad a proyectar sobre la novela negra las sombras aún más negras de estos miedos centenarios recogidos en los cuentos: "La novela policíaca -ha dicho- perpetúa la tradición de los cuentos y las leyendas, se construye sobre la misma estructura, en torno a un peligro vital, ya sea el Minotauro en el laberinto, un dragón escondido en un bosque o un asesino en serie emboscado en la ciudad".

El coco o el hombre del saco simbolizan el miedo de los padres -transmitido como cautela a los hijos- a quienes secuestran y asesinan niños o abusan de ellos. Por desgracia tenemos tantos casos recientes de víctimas infantiles y adolescentes que es innecesario insistir en la actualidad y realidad de lo que en estos cuentos se fabula. El lobo es el acosador que persigue a las niñas y las jóvenes en particular y a las mujeres en general. Internet incluso le ha dado la posibilidad, como al de Caperucita, de disfrazarse para engañar a sus víctimas más jóvenes y confiadas. Como la del coco o el hombre del saco, la actualidad del lobo -el que acecha, persigue y ataca- es por desgracia también incuestionable.

Haciendo real la pesadilla que durante un instante asalta a los padres cuyos hijos se alejan de casa, esa aprensión que intentan descartar como un insano y exagerado temor, una estudiante de Erasmus española de 22 años ha desaparecido en París hoy hace siete días. A veces los temores irrazonables e insanos se convierten en realidad. El lunes apareció su mochila, con su ordenador y su móvil, abandonada en un parque. Desde entonces se contiene la respiración.

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