La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Mina es una mina de felicidad en las tabernas de Sevilla
Puntadas con hilo
El espectáculo de humor y divulgación científica de una docena de mujeres sabias y alegres retransmitido la pasada semana desde Córdoba es, sin duda, una de las mejores vacunas contra el desánimo que he visto en estos tiempos de coronavirus. No se me ocurre otra manera mejor de contar lo que ha supuesto 2020, ese año maldito, y de alzar la voz para que 2021 enmiende algo la situación. Iniciativas como ésta deberían estar prescritas por el médico porque desmontan mitos y bulos y, además, reivindican el papel de la mujer en la ciencia, un terreno donde nunca ha sido referente ni para hombres ni tampoco para las propias mujeres.
El evento está producido por la Universidad de Córdoba en el marco de los actos programados con motivo Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra el 11 de febrero. Y contribuye, de la mano de las plataformas Maldita.es y The Conversation España, grandes antídotos contra la desinformación, a divulgar y a visibilizar a la mujer. Y todo con muchísimo arte.
Me quedo con muchos de los momentos de esa particular gala, Las que cuentan la ciencia. Entre ellos, con la reflexión con la que abrió el acto la maestra de ceremonias, la actriz y comunicadora científica Natalia Ruiz Zelmanovitch: la ciencia es la herramienta más fiable que tenemos para acercarnos a la verdad y, como Casandra, lleva décadas avisando (del cambio climático, extinción de especies, virus y pandemias...), pero nadie la ha creído ni oído. A estas mujeres es muy fácil escucharlas: hablan de neurociencia, de tecnología de los alimentos, de matemáticas o de ingeniería, de lo más complicado pero de la manera más sencilla. Y hay que creerlas porque el mensaje que transmiten es claro: no necesitamos una nueva normalidad, sino empezar a actuar y hacerlo ya.
Y un buen inicio sería dar más importancia a la investigación y al conocimiento. Si piensan que la ciencia es aburrida es que no han visto ningún show de estas divas, que también son youtubers y recurren al mamarracheo, del bueno, para hablar de ciencia simulando, por ejemplo, una particular eurovisión. ¡Qué grande Clara Grima!" Esa coriana que quería ser Lola Flores y que, por suerte, se hizo matemática porque cantaba muy mal, suele contar entre bromas. Es una forma de humanizar la ciencia y acercarla a todos los públicos de la manera divertida y asequible. Ya saben que lo que no se conoce es invisible, no existe. Por eso es tan necesario darles voz a estas científicas y divulgadoras a las que su cercanía no resta ni una micra de mérito para aparecer en los libros de texto. No obstante, como bien dejaron claro en el espectáculo de Córdoba, tampoco hay que ser excelentes, descubrir el escutoide, ni tampoco ganar premios para dedicarte a la ciencia, amarla y contarla.
Necesitamos también este tipo de vacunas para aprender, perder los miedos y reírnos. Ahora más que nunca, tras este año maldito.
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