Crónica de una muerte anunciada

18 de diciembre 2024 - 03:09

La conmemoración del tercer centenario de la muerte del poeta cordobés Luis de Góngora fue el punto de partida de la generación del 27 con una icónica foto tan notoria por sus presentes como por las ausencias. La conmemoración del cincuentenario de la muerte de Franco va a dar lugar a una generación de ganapanes y ventajistas que en recuerdo de ese óbito están dispuestos a resucitarlo para sacarlo en procesión y de paso desviar la atención de todos los alisios y contralisios que acorralan al Gobierno que patrocina este regreso al futuro.

Cuando se conmemore el centenario de la muerte de Franco, también se conmemorará el cincuentenario de quienes urdieron tan insólito cincuentenario. Con la particularidad de que el gran muecín de la ocurrencia la presentó un día después de su clamorosa ausencia en el funeral por las víctimas de la dana de Valencia asegurando que iban a “inundar” (¿de verdad su legión de asesores no encontró otro verbo menos sangrante y explícito?) las calles y colegios de España con un centenar de actos para recordar el cincuentenario de quien murió en una cama de hospital sin más adversarios que los tubos que finiquitaron su adiós.

La muerte de Franco, que tuvo varias (la biológica, la política, la simbólica, esta muerte en diferido con réditos electorales y perversos), se convirtió en todo un género literario. La cumbre es sin duda esa novela breve pero insuperable de Max Aub titulada La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco. Un camarero mexicano se harta de oír los mutuos reproches entre los republicanos exilados por su responsabilidad en la derrota y decide viajar a España desde México para acabar con la vida del dictador en una historia que tiene más de Torrente que de Chacal. El novelista y guionista vasco Juan Bas escribió una divertida novela titulada Alacranes en su tinta. Un antiguo catador de lo que comía Franco, en los tiempos en los que veraneaba en la Bella Easo, recibe el encargo de envenenarlo, lo cual da pie a una sucesión de episodios descacharrantes.

Nadie discute el derecho a la reparación de las víctimas. Ésa no es la cuestión. Lo que es más discutible es el uso torticero de tanto dolor y el uso unidireccional del mismo. El reciente académico Javier Cercas es conocido sobre todo por novelas como Soldados de Salamina o Anatomía de un instante o la historia del impostor, ese falso rehén de los nazis que llevó al cine Eduard Fernández. Su mejor novela es para mí El monarca de las sombras. A partir de la búsqueda de un familiar falangista que murió con 19 años en la batalla del Ebro, deja bien claro que víctimas y verdugos las hubo en los dos bandos. Eso es lo que olvidan los ideólogos de esta crónica de una muerte anunciada.

El día de su muerte, Televisión Española, la de la Carta de Ajuste y los dos rombos, pero también la de Estudio 1 o Historias para no Dormir, anunció un cambio en la programación. En lugar de Satán nunca duerme, se daría la película Objetivo Birmania. Con Raoul Walsh de director y Errol Flynn de protagonista. La misma pareja de la película que pusieron el lunes en la 2, Murieron con las botas puestas. A Franco ahora se las quieren quitar.

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