Gumersindo / Ruiz

Aún hay crisis financiera

La tribuna económica

01 de diciembre 2009 - 01:00

SIN duda el hecho más importante en la evolución de los aspectos financieros de la crisis es el anuncio de Dubai World, el fondo soberano de inversión de Dubai, de posponer el pago de 3.500 millones de dólares de deuda que vencen el 14 de diciembre, a finales del próximo mes de mayo. Este incumplimiento no es lo peor que puede ocurrirle a un bonista, pero ocasiona complicaciones, a veces graves, si hay cláusulas de aseguramiento que entran en vigor cuando hay retrasos en el pago. Pero, sobre todo, lo ocurrido sirve para constatar que todavía no se han depurado los excesos que están en el origen de la crisis; en este caso, tanto de endeudamiento como de inversiones, alguna de ellas, como las inmobiliarias, bastante extravagantes.

Dubai, a diferencia de los otros seis estados-ciudad que forman los Emiratos Árabes Unidos, tiene muy poco petróleo y ha desarrollado una economía basada en transportes marítimos y aéreos, logística, hostelería y viajes y, por supuesto servicios financieros; pero sobre todo es la inversión inmobiliaria la que, al caer los precios en casi un 50%, ha causado problemas de liquidez y de refinanciación de deuda. Los 80.000 millones de dólares no es una deuda pública que pueda considerarse gasto, sino inversión, y de hecho está diversificada en participaciones y proyectos muy diversos: hoteles, barcos, deportes y espectáculos, cadenas de tiendas, y desarrollos inmobiliarios.

Cuatro ideas surgen a partir de la situación en que se encuentra Dubai. La primera, que la diversificación ya no es una garantía de seguridad, como no lo es situarse en posiciones empresariales de aparente ventaja, en este caso como centro regional proveedor de servicios, si esa posición se basa en un fuerte endeudamiento. La segunda, que los desarrollos inmobiliarios son rígidos y han de hacerse de manera muy equilibrada en el tiempo, pues plantean problemas graves de liquidez cuando el mercado se retrae; ahora los proyectos emblemáticos de Dubai, las islas artificiales en forma de palmera y la torre Burj, de 800 metros de alto, están parados. Un tercer aspecto es el efecto contagio que va de un sector a otro; la urgencia en devolver la deuda puede provocar ventas de activos (no sólo inmobiliarios), con un deterioro de los precios. Por último, las posibles ayudas de los países del Emirato van a tener como contraprestación una pérdida del protagonismo de Dubai.

En cuanto a las consecuencias financieras, vemos cómo se busca la seguridad del oro, el dólar y el euro, que suben, y la deuda pública; por el contrario, se encarece la deuda de países que no acaban de presentar perspectivas claras. Lo ocurrido hace que se retraiga la financiación bancaria, obliga a los bancos centrales a seguir con una política de tipos bajos y abundante liquidez, y pone de manifiesto que seguimos en un entorno hostil donde hay que mantener con toda su intensidad los procesos de selección y valoración del riesgo. También nos transmite la inquietud de que la información sobre deuda, disponible para inversores, no es clara y completa, y que las entidades que tienen la obligación de conocerla y analizarla ingresan cuantiosas sumas en comisiones, pero no acaban de cumplir con su papel.

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