Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
La credibilidad de David Aldama está llena de sombras, pero sus denuncias no se pueden descartar con un displicente manotazo, ni mucho menos con las acusaciones de mentira, porque algunas de ellas coinciden milimétricamente con informaciones que han publicado medios de comunicación que previamente han comprobado su veracidad, o la solvencia de las fuentes.
La mayoría de las investigaciones no son tal en sentido estricto, sino filtraciones de personas que los periodistas conocen bien y saben perfectamente el rigor con el que realizan su trabajo; en algunos casos pertenecen a los cuerpos de seguridad del Estado y su nivel de preparación es óptimo. No suelen pedir dinero a cambio de información sino generalmente lo hacen porque saben que esas informaciones no verían la luz porque a personas relevantes no les conviene que la vean. Y deciden entonces, en su particular forma de hacer justicia, hacerlas llegar a los medios para que los corruptos reciban castigo.
A Víctor de Aldama le han dejado en libertad un juez y un fiscal de reconocido prestigio. Y de reconocido prestigio es también su abogado. A ninguno de ellos les interesa hacer favores a un cantamañanas, a un profesional de la nada, a un vendedor de humo. Y aunque es probable que algunas de sus acusaciones sean parciales, incluso puede que inciertas, otras son perfectamente creíbles. Aldama se movía en las altas esferas del sanchismo por su relación con uno de los hombres con más poder en el Gobierno y en el partido, José Luis Ábalos. Un líder en el sentido más amplio de la palabra, por sus capacidades como dirigente. Debe mucho a Pedro Sánchez, pero Pedro Sánchez le debe más a él, sobre todo para recuperar la secretaría general del Psoe tras ser expulsado.
Es lo que da credibilidad a Víctor de Aldama, la prueba es que a pocos miembros del Psoe les ha extrañado que Aldama pudiera tener relación con el presidente del Gobierno; tampoco les pudo extrañar que ocupara sitio muy cerca de Sánchez en un acto a puerta cerrada en el que no podía entrar cualquiera a pedir un autógrafo al presidente o hacerse una foto con él. Explicación que ha dado Aldama y tiene lógica. ¿Todo lo que ha contado es creíble, hay que deducir de sus palabras que en el círculo más alto del Gobierno y el Psoe llovían los sobres bajo cuerda, se hacían importantes negocios y la corrupción era moneda corriente? Probablemente no todo lo que contó es estrictamente cierto, pero un juez y un fiscal no ponen en libertad a quien cumple prisión provisional si, tras escucharle, y conociendo lo que la UCO ha investigado, dan orden de que salga de Soto del Real sin más obligación que comparecer cada semana ante un juez.
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