Las cosas que se no se comprenden en Sevilla

La aldaba

29 de septiembre 2024 - 16:16

Un día nos llevaron a una taberna en la que probaríamos las anchoas con leche condensada. Pusimos cara de extrañeza, no de emoticono en señal de duda porque entonces no existían. Quedaban años para el desembarco de la nueva cocina, los gastrobares, la fusión de sabores, las experiencias gastronómicas y otros engañabobos cuando Rogelio Gómez Trifón inventó sin tanto ruido aquello con lo que después nos iban a dar la matraca. Y lo hizo sin laboratorios gastronomicos ni demas fanfarria. Éramos adolestecentes que acabamos comprendiendo lo que parecía dificil de digerir. ¡Una auténtica delicia! Es posible que haya otras cosas de esta ciudad que jamás comprenderemos, incluso aunque tengan una explicación racional. ¿Se han dado cuenta que en Sevilla tenemos un Metro que va en superficie y un tranvía que se mete bajo tierra? Si el alcalde Oseluí le cuenta eso a los chinos, es posible que vengan todavía más chinos para el puente de diciembre del que, como dice Carlota Muñoz, dan ganas de irse de la ciudad en función de cuanto vamos conociendo de cierto evento. Porque la palabra evento vale para todo: procesiones magnas, añejos actos de pedidas de mano, cumpleaños, carreras deportivas, bodas, presentaciones de empresa, etcétera. Si ud esta semana que hoy empieza no está invitado a un evento es que se le apaga el Daikin. No es nadie. Sigamos con la lista de cosas incomprensibles. ¿Por qué justo en el reducido tramo del paso subterráneo de la calle Arjona hace un zig-zag el carril? ¿Quién fue el ingeniero lumbrera que diseñó el recorrido como si fuera el antiguo juego del Auto Cross? ¿Y por qué existe la grada alta del Teatro Catuja Center, una verdadera zona de tortura para el público en general y para los que sufren presbicia? Una vez que uno se dispone a acudir a este teatro feo donde los haya, desubicador, insulso y eminentemente funcional, puede encontrarse con el suplicio de no ver nada, acaso manchas borrosas en el escenario y, al menos, eso sí, disfrutar de un sonido nítido. Es una suerte de teatro en sesión, pod-cast. Más cosas incompresibles: pides una botella de vino blanco y solo te llenan de hielo el cubo a la mitad, luego la primera mitad de la botella se queda a temperatura alta, gente de pie que mira cómo cenan personas sentadas y que aspiran a coger la mesa, pagar 100 euros por un tendido de sombra en la plaza más bonita del mundo donde el que está justo delante te clava las rodillas cuando la grada es más cómoda y más barata, por qué se despachan copas largas en la plaza de toros y no en los estadios de fútbol,

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