¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Hízose esperar más de lo habitual, pero al fin ha llegado. Tres semanas después de que entrase el invierno de forma oficial ha aparecido el frío, ese fiel compañero de la estación. En el invierno más antinatural que se recordaba, su majestad el frío ha llegado en el corazón de la cuesta. Y lo cierto es que ya echábamos de menos ese fresco en la cara y el uso justificado de la bufanda y los guantes. Si ya apareció, igualmente tarde, la lluvia tras una seca otoñada, el frío era lo único que le faltaba a este guiso del invierno. Se justifican ya esas castañeras que apenas se comprendían con sus mangas cortas y una humareda que se unía al calor reinante para un efecto invernadero bastante desagradable. Cada cosa a su tiempo, ergo bienvenido el frío y bienvenido que sea el olor a naftalina de las prendas que lo combaten. Se echaba mucho de menos, pero todo llega en esta vida.
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