¿Conspiración?

05 de diciembre 2024 - 03:07

La historia nunca se repite, pero muchas veces parece que se mira en el espejo. A principios de la década de los noventa, cuando el PSOE de Felipe González afrontaba ya su tercera legislatura sin que el Partido Popular de José María Aznar representara poco más que una amenaza difusa, se desató una auténtica ofensiva judicial y mediática que buscaba un cambio en la Moncloa. Todo empezó –quién se acuerda ya– con el despacho del hermano de Alfonso Guerra en la Delegación del Gobierno en Andalucía. A la rueda de escándalos se sumaría pronto la financiación irregular del PSOE a través de la empresa Filesa. Vendrían luego una multitud de casos como el de Ibercop, Renfe, el BOE... Unos parecían de mayor entidad, otros eran bagatelas sumariales de poco recorrido. El más grave fue el del GAL y el de mayor impacto en la opinión pública el de la fuga al extranjero del director de la Guardia Civil, que se llevó hasta el dinero del colegio de huérfanos. Con el tiempo la mayor parte de ellos quedaron en sentencias menores y algunos ni llegaron a juzgarse.

En aquellos años, la política dejó de hacerse en el Congreso para pasar a estar en las escaleras de acceso a la Audiencia Nacional y en las filtraciones de los sumarios. El ruido se hizo insoportable. Cada día, los jueces disparaban y las portadas de los periódicos de derecha aumentaban la resonancia de las detonaciones buscando la línea de flotación de un Felipe González que empezaba a tambalearse. Pasó bastante tiempo hasta que Luis Anson, director entonces de Abc, dio algunas claves de lo que él mismo denominó “la conspiración”: “Había que terminar con González, esa era la cuestión. Al subir el listón de la crítica se llegó a tal extremo que muchas veces se rozó la estabilidad del Estado. Eso es verdad... pero era la única forma de sacarlo de ahí”.

¿Estamos ante una reedición de la conspiración para echar a Sánchez del Gobierno y asegura la llegada de Alberto Núñez Feijóo? Es una hipótesis que los socialistas empiezan a extender, pero que no tiene en estos momentos más sustento que el de la propaganda política. Los tribunales dilucidarán en su día –a ver cuándo llega ese día– cuánto hay de verdad y cuánto de ruido en todo lo que se está publicando.

Sin embargo, conviene no olvidar que si en los noventa la ola de escándalos se llevó por delante a Felipe González fue porque el hermano de Alfonso Guerra, Filesa, los GAL o Luis Roldán existieron. Nadie se los inventó. Ahora puede decirse exactamente lo mismo. La barca de Pedro Sánchez empieza a cabecear con las olas.

stats