Conservador de fondo

09 de julio 2024 - 03:09

Mi gusto por la paronomasia tiene su parte de culpa en que describa mi postura política como “la soledad del conservador de fondo”. Pero más allá del juego con el título de Sillitoe, hay cierta verdad, qué remedio.

En las elecciones francesas ha quedado demostrado nuevamente que Le Pen reúne contra ella a todos, desde la extrema izquierda hasta la “derecha moderada”, pasando por el pro-islamismo. He aquí la versión 2.0 del cacareado bipartidismo. Tampoco es que Marine Le Pen pueda (ni quiera) considerarse como una conservadora comme il faut, aunque, al menos, propone soluciones de sentido común. Sin embargo, ha sido rechazada.

Y aquí entra de lleno la carrera íngrima del conservador de fondo. Por un lado, porque hace falta detectar bien cuáles son los problemas. Jamás se arreglarán si se esconden bajo las subvenciones estatales (financiadas con deuda pública que tendrán que pagar las generaciones futuras) y con unos medios de comunicación acolchados que sólo cuentan lo que les trae cuenta –nuevas subvenciones–. Tanto mirar hacia otro lado no se explicaría tampoco sin la masiva deserción de la maternidad y la paternidad, que hace que ingentes sectores de la población se desentiendan de los problemas de explosión retardada. Lo que se designa como “batalla cultural” no es salir a la calle con un libro como una granada de mano, sino explicar bien esta encrucijada civilizatoria y propiciar un marco responsable de debate público.

Por otro lado, la soledad del conservador de fondo conlleva la de observar a la vez que Le Pen tiene su responsabilidad en no haber aunado otras voluntades. Ha subido de votos de una vuelta a otra, pero no lo necesario frente a un “manicomial Mélenchon –Albiac dixit–, cuyo antisemitismo primario, cuya defensa del terrorismo islamista y cuyos disparates económicos sólo pueden anunciar lo peor”. Sabiendo cómo se las gastan los moderados, entiendo las dificultades de Le Pen para tender puentes; pero siempre es conveniente hacer un estricto examen de conciencia. Como mínimo, porque es lo único que está en tu mano hacer.

La soledad del conservador no gusta del todo a nadie. Ni siquiera al que la escoge ni, por supuesto, a los muy alternativos que prefieren su prieto pelotón sin matices ni a los moderados, a los que gusta más la extrema izquierda quod erat demonstrandum. Pero la carrera es de fondo, así que hay que seguir solo, a tu ritmo, sin desfondarse.

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