Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
No hace tantos días que referíamos que un buen amigo, uno de verdad, es el que te ayuda en una mudanza. Podríamos añadir que también lo es el que pone su coche a tu servicio cuando en la Nochebuena bien entrada se pone cuesta arriba eso de pillar un taxi, le cede el asiento a tu madre o a tu abuela en la larguísima misa del gallo de la parroquia, o el que te lleva a casa un bollo o una viena del día que se te olvidó comprar por la mañana porque pusiste toda la atención en los platos especiales y olvidaste lo esencial: el pan nuestro de cada día. Hay gente que tiene amistades todavía mejores, que podrían calificarse de verdaderos colaboradores. ¡Qué bonita es esa exhortación que, por ejemplo, se oye en una bulla cuando nadie quiere andar y el paso de la Virgen tiene que hacerlo!: “¡Señores, caminen, vamos a colaborar con la hermandad!”. Recordaba esta petición, casi súplica, al conocer la convocatoria a la copa de Navidad que la Gerencia de Urbanismo y Medio Ambiente ha realizado a sus dilectos trabajadores. El acto de confraternización tuvo lugar el día 19 en el claustro del monasterio de Santa Clara. Rezaba la convocatoria: “Se servirá un catering para todo el personal financiado por una empresa colaboradora con motivo de las fiestas navideñas y el final de año”. Ahora más de uno llamará al señor concejal del ramo, don Juan de la Rosa, para hacerse colaborador de la Gerencia de Urbanismo. “¿Eso cómo se hace, Juan?”. Está claro que este equipo de gobierno es muy transparente, tanto como el tipo que acudió a la Notaría y le explicó al fedatario en toda su cara cuánto pagaría “en A” y cuanto “en negro”. ¿Se puede tener más arte?
Adiós definitivo a aquel urbanismo bajo sospecha que dejó a los andalucistas como el gallo de Morón. Hemos superado el anhelo del urbanismo productivo de Monteseirín. Siempre se mantiene el urbanismo morado que riega de euros a las santas cofradías. Y ahora estamos en el urbanismo colaborativo. Espejito, espejito, dime tú, ¿qué significa ser empresa colaboradora de uno de los principales motores de la ciudad? Por cierto, la invitación recordaba que el trabajador que quisiera asistir a la copita podría finalizar su jornada a las 14 horas. Para que luego digan que la derecha es mala y atosiga a los empleados. Y hay que alabar el buen gusto de ofrecer a los asistentes una visita guiada por los arquitectos redactores del proyecto de restauración del cenobio. Todos queremos jefes como los de Urbanismo, con grandes colaboradores, que conviden, dejen salir antes del currelo y nos enseñen edificios preciosos. Y qué hermoso es hablar de Santa Clara como “monasterio” y no como “espacio”. Señores, vamos a colaborar. Si hay que pagar se paga.
También te puede interesar
Lo último