Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Muchos deseamos que el presidente Moreno anuncie la composición del Gobierno de la primera mayoría absoluta del centro-derecha andaluz, de soltera Gobierno del Cambio, para que cese ya el molesto movimiento de los abejorros en torno al panel de la miel de las consejerías. ¡Qué pesados están algunos! Revolotean en torno al presidente en cualquier acto, te meten el codo en esas bullas que genera la cabalgata del poder cuando se aprecia a lo lejos que en la carroza principal hay caramelos, muchos caramelos para ser lanzados. Cada uno aprovecha para pedir o para ajustar cuentas en la convicción de que sus anhelos y objetivos son los mismos que los del presidente. Ignoran que una vez arriba del todo, como decía Felipe González, siempre interesa la paz, el orden y todos los valores que hagan posibles la primera y el segundo. Por esa razón, por ejemplo, Felipe se llevó bien con la Iglesia desde el primer día de su larguísima estancia en la Moncloa.
Una vez en la cima de los 58 diputados, seguro que Moreno sabe que, tal vez, los más próximos en lo personal deben estar lejos, bien lejos porque son los que usan su nombre para tratar de arrugar a sus particulares enemigos. Hay algunos en el PP que son lo que Blas Piñar a Franco, más franquistas que el propio caudillo, más morenistas que el propio Moreno. Un verdadero peligro. Cuando tengamos Gobierno llegará la lucha por el segundo nivel (viceconsejeros), después por el tercero (secretarías generales)y finalmente por los puertos y las empresas públicas. Siempre habrá pedreas con las delegaciones territoriales y algún reintegro como los parques naturales y otros premios de consolación.
Llegará agosto y las aguas se calmarán. Siempre se tranquilizan. Y dejan de circular los dossieres con los que unos manchan el cartel de otros con más o menos fundamentos. En el PP andaluz deberían dedicar la escuela de verano a un curso la mar de práctico: Cómo digerir la primera mayoría absoluta. Tengo claro que, por ejemplo, invitaría al profesor Rodríguez de la Borbolla para impartir la lección Las alegrías en política duran un cuarto de hora. Por supuesto, hay que contar con Zoido para la ponencia Vuestra cara de felicidad me suena. Y la clausura, a cargo del mismísimo presidente: Yo estuve en mi funeral político. Todas esas sesiones se celebrarían con un fondo de mar, con el personal con esas guayaberas blancas tan fresquitas y con el auditorio lleno de mindundis con los codos preparados. No me lo pierdo... por streaming. Que uno ya está harto de que le metan tantos empujones.
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