La cochinada de los cubos de enfriar los tanques de cerveza

La aldaba

Está prohibido fumar en los bares y nos informan de los alérgenos, pero nos enfrían el vaso en una ensaladera donde se meten los dedos una y otra vez

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Un cubo de refrescar botellas y botellines
Un cubo de refrescar botellas y botellines / M. G.

06 de diciembre 2024 - 04:00

Se critica con especial dureza que hay hosteleros que no paran de quejarse de las condiciones de trabajo que dificultan ampliar el número de veladores en tiempos en los que sólo queremos estar en la calle, sobre todo si el frío no termina de llegar. Los vecinos de toda la vida de muchos cascos antiguos se sienten desplazados de las tabernas por los turistas. Y los horarios de consumo se han modificado para agradar a los viajeros. Te levantan de una sobremesa de pronto porque hay unos ingleses que han reservado a las seis de la tarde y, lógicamente, hay que ventilar la estancia, cambiar el mantel y barrer y fregar. Los únicos españoles que mantienen la influencia en la hostelería española son los políticos de primera fila y los poderosos laboratorios farmacéuticos. En este contexto parece haberse perdido la atención en los detalles pendientes de mejora. Un buen ejemplo es que en algunas barras continúa la costumbre de enfriar los tanques de cerveza en un cubo donde el camarero introduce el vidrio, lo agita y después lo saca y escurre sobre el mismo envase, ensaladera, champanera o como se llame, según los casos. Enfriado el cristal, se tira la caña con más o menos arte, con más o menos habilidad. El problema es que hay un momento en que el camarero ha metido los dedos de una mano hasta diez, quince o veinte veces en el mismo cubo donde... no se ha cambiado el agua. Por eso el otro día asistimos en directo a la advertencia de un cliente que no quería que el vidrio de cristal fino se lo enfriaran con ese método.

Hay que celebrar que muchos tiradores de cerveza incorporen un enfriador de vasos, un sistema más higiénico. Se coloca el cristal bocabajo, se aprieta y se disparan unos chorros que enfrían el tanque. Los cubos o ensaladeras deben quedar para las botellas, nunca para los vasos. Mucho peor es cuando en las ferias y romerías de Andalucía se introducen los catavinos en esos cubos de aluminio con hielo donde los cristales son agitados con alegría y no es que se metan los dedos sucios, es que previamente se ha hecho lo mismo varias veces con catavinos usados. Al día siguiente, todos con llagas en la boca. Ay, qué molesto. Acabamos con el serrín en las tabernas, terminamos con el cante y se acabó el fumeque en los interiores (de las pocas decisiones que agradeceremos siempre al avieso Zapatero), pero seguimos con una costumbre cuando menos cochina. Nos informan de los ingredientes de todos los platos y, por supuesto, nos exhiben la lista de alérgenos principales, pero seguimos con los cubos con agua donde se meten los dedos de forma reiterada. Mejor no imaginar qué nos llevamos a la boca. Ojos que no ven, llene ahí y dígame si hay alguna tapa de cocina que estamos hartos de la selecta latería. Habrá que exigir el carnet de enfriadores de tanques de cerveza, como el que poseen los manipuladores de alimentos.

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