
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El cinismo de Pedro Sánchez en Dos Hermanas
La aldaba
El presidente del Gobierno se ha dirigido a Francisco Toscano, histórico alcalde de Dos Hermanas, para ejercer de agradaó al mismo tiempo que dar una lección de falsa humildad barnizada de cinismo: “Ya me dirás cómo se logran las mayorías absolutas”. Es como los alumnos que dicen que quieren aprender la tercera declinación de Griego, las ecuaciones y los quebrados, o los verbos irregulares. Mentira. No les interesa. Solo aspiran a ganar tiempo, quedar bien y enredar. El sanchismo es justo lo contrario de lo que significa una mayoría absoluta, que supone que te han votado quienes no se identifican con tu ideología, pero te ofrendan el más preciado tesoro de un elector: su confianza. Una mayoría absoluta solo se consigue siendo el presidente de todos los españoles, de absolutamente todos, no desde el sectarismo que orillan a quienes han apoyado opciones que te pueden resultar deplorables, pero que son democráticas. Yla democracia, como su hija primogénita que es la libertad de expresión, no acepta términos medios: o se cree en ella o no se cree. Sánchez siempre busca la imposición, el señalamiento, la intervención, el control basado en la legitimidad de un marco mental previamente diseñado. No promueve el entendimiento, no busca el diálogo con el principal partido de la oposición de acuerdo con el ejemplo alemán y europeo, no procura al fin que todos los españoles se sientan cómodos y representados. No es casual que sea el presidente del Gobierno con menos diputados en la historia de la democracia.
Sánchez debería tener claro que a Felipe González le votaron muchos españoles de derechas, cosa que él está lejos de conseguir. Igual que a Toscano en Dos Hermanas y a tantísimos socialistas en los años ochenta y noventa, antes de que el avieso Zapatero comenzara a recorrer la senda de la radicalización. Sánchez nunca tendrá una mayoría absoluta, porque su caldo de cultivo es la ruptura, no la reforma;es la separación y el enfrentamiento, no la concordia;es estigmatizar al que piensa diferente o parece distinto, no es la integración. Nunca ha intentado ser el presidente de todos, en eso no ha engañado jamás a nadie. Tampoco es que las mayorías absolutas sean un valor positivo en sí mismas, pero hace gracia que el tipo más sectario que ha habitado en la Moncloa haga siquiera la gracieta de preguntar cómo se logran. Bastante tiene con haber consolidado su propia ideología: el mantenimiento en el poder por el poder a costa de situarse por encima de la democracia y de reventar su propio partido.
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