La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Sevilla/Se denuncia con acierto que muchos grandes museos han optado por presentar sus contenidos con criterios de Disney, banalizando las obras de arte para captar ese público mayoritario que aprecia más la emoción que el conocimiento, la experiencia inolvidable que el disfrute con criterio que conduce al aprendizaje, la vivencia sensiblera que el acceso real a la cultura. ¿Pero qué me dicen de la actual política? Atrás, muy atrás, quedan aquellas declaraciones de Alfonso Guerra en las que azotaba a los rivales con ironía culta, lengua afilada y acidez no al alcance de todos los públicos. En sus bromas para caricaturizar al contrincante combinaba las referencias a la muñeca Mariquita Pérez con las del célebre retrato de aquel rey hechizado, Carlos II. Todavía más pretérito resulta el presidente Calvo Sotelo aludiendo al “metafísico imposible” cuando quería responder sobre las nulas posibilidades de realizar un proyecto específico. Hoy habría que redactar largos hilos en Twitter para explicar que la Mariquita no es un calificativo peyorativo, sino la muñeca más cotizada en la España de los años cuarenta, al alcance de muy pocas niñas, y que Carlos II no es ninguna nueva marca de brandy. Nunca mejor colocado el título del libro de Mariano Rajoy: Política para adultos.
El marianismo está laminado, salvo la presencia activa y con éxito de la ex ministra Fátima Báñez, pero queda ese titulazo que refleja en pocas palabras que la política de hoy se enfoca a muchos adultos que en realidad son tardoadolescentes con derecho a voto. De otra forma no se explica que la vicepresidenta del Gobierno, la neocomunista perfumada Yolanda Díaz, siga frivolizando con el relato de la visita al Santo Padre o nos deje la perla australiana sobre las “cosas chulísimas” que está haciendo el Ejecutivo. Disney no invade algunos de nuestros mejores museos, sino las altas esferas del Estado. A este paso no habrá apuestas por el diálogo, sino por el buen rollito. Ya soportamos la celebración del cumpleaños de una ministra con tartita y velas. A esta gente les hablas del “metafísico imposible” de don Leopoldo y te responden con un emoticono de extrañeza. Nunca hubieran entendido a aquel duque de Alba que hizo un único reproche genial al ser cesado de un cargo por Rojas-Marcos en 1991 : “No me siento cesado, sino destituido, porque cesar es un verbo intransitivo”. Esta política de palmadas en la mano, desenfadada, guay y de tesis doctorales cocinadas en dos años, tiene su justa correspondencia en el periodismo, que encuentra en las redes sociales su formato perfecto. Todo es chulísimo, brutal y espectacular. Tó er mundo é güeno. Palabra de Summers, don Manuel.
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