Censura y gatera de Anouk Aimée

LA CIUDAD Y LOS DÍAS

Las primeras películas importantes de Anouk Aimée, nos llegaron con retraso por la gatera del arte y ensayo

20 de junio 2024 - 08:12

ANOUK Aimée, la elegante, inteligente, bella y excelente actriz que acaba de dejarnos a los 92 años, lo tuvo difícil al principio en España. Todas las películas que la hicieron famosa entre 1958 y 1963 fueron prohibidas por la censura. Yendo de menos a más Fellini otto e mezzo (1963), la más afortunada, se estrenó en España en 1967, solo cuatro años después de su estreno en Italia. Lola (Jacques Demy, 1961), se estrenó en 1968, con siete años de retraso. La tête contre les murs (Franju, 1959) se estrenó nueve años más tarde, en 1968. Montparnasse 19 (1958) -aquí titulada Los amantes de Montparnasse- se estrenó en 1972, quince años después de su estreno francés. La Dolce vita (1959), batiendo todos los récords, se estrenó en 1981, con veintidós años de retraso. La primera de sus películas importantes que llegó con puntualidad fue Un hombre y una mujer, estrenada aquí en diciembre de 1966, solo siete meses después de su estreno en Francia. Ninguna de ellas fue censurada por razones políticas, sino morales.

Estas películas de Anouk Aimée lograron entrar -como muchas otras prohibidas por la censura, algunas tan venerables y cargadas de años como Ser o no ser de Lubitsch o Roma città aperta de Rossellini- gracias a la gatera subtitulada de las salas de arte y ensayo que empezaron a funcionar al calor del “aperturismo” de la Ley Fraga de 1966. La primera la abrieron en 1967 en Barcelona Antoni Kirchner, Pere Ignasi Fages y el siempre querido, admirado, inteligente y divertido Jaume Figueras, quien, entre otras ocupaciones en radio, televisión o gestión de salas de cine, fue el Mr. Belvedere del popularísimo consultorio cinematográfico de Fotogramas. La bomba que las lanzó fue Repulsión de Polanski. “Lo tenía todo -ha dicho Figueras- para triunfar. Un autor, Polanski. Una estrella, Catherine Deneuve. Y un tema bastante morboso. Muchos no volvieron a comer conejo del mismo modo”.

Pronto se extendieron por toda España -en Sevilla el primero fue el Trajano- atrayendo a cinéfilos y recalentados que con avidez arañaban alguna escena de sexo (¿recuerdan Cuerno de cabra y Helga, el milagro de la vida, para cuya visión hasta se organizaron excursiones desde los pueblos por razones parecidas al éxito de El libro de la salud sexual de López Ibor?). Por esta gatera entraron las primeras películas importantes de la querida y llorada Anouk Aimée.

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