Tomás García | Doctor En Biología

La capilla de los Humeros y su plaza

13 de julio 2024 - 03:00

El barrio de los Humeros hunde sus raíces históricas en los poblados islámicos de pescadores localizados junto al río y cerca de la Puerta de Goles, la posterior Puerta Real. El arrabal recibe este apelativo por las actividades de ahumado de pescado que se ejercieron en la zona desde finales del medievo y que servían sobre todo para el avituallamiento de la Flota de Indias que zarpaba periódicamente hacia el Nuevo Mundo. Hernando Colón adquiere en 1526 unos terrenos en este enclave extramuros y construye un palacio con una gran huerta donde planta el primer ombú llegado de América (talado en 1902), del cual procede el coetáneo que aún permanece en el Monasterio de la Cartuja. El noble edificio pasará tras su muerte por diferentes manos hasta la fundación en 1601 del colegio mercedario de San Laureano, en cuya tapia instalarán los vecinos con posterioridad un retablo dedicado a la Virgen del Rosario, germen de la Hermandad de los Humeros. La ocupación francesa en 1810 provoca su desalojo y el declive progresivo del inmueble, el cual acaba derribado durante la acelerada revolución urbanística de la pasada centuria.

Miguel de Liñán, maestro de botinería y mayordomo de la Hermandad de los Humeros, consigue en 1748 la cesión municipal de una parcela sobre un muladar para erigir la capilla de Nuestra Señora del Rosario de los Humeros, consagrada en 1761. Un singular templo con planta de cajón y bóveda de cañón que recoge el primitivo culto del arrabal a dicha advocación, siendo destacable en el exterior la presencia de una hornacina con una copia en terracota de la virgen titular, una espadaña-campanario inclinada y una torre cilíndrica que puede provenir de una chimenea de la ollería de los Pezaro que ahí estuvo. Deslumbra en su interior el retablo mayor rococó con la Virgen del Rosario tallada en 1761 por Jerónimo Roldán –nieto de Pedro Roldán–, autor también del excelente Cristo de la Paz para portar en Vía Crucis y del San Antonio de Padua. Un maravilloso zócalo cerámico de 1,8 m de altura con azulejos planos pintados cubren las paredes laterales, fabricados en 1929 en el taller trianero Casa José González.

Al lado sur de la capilla se mantiene un desaliñado y amplio solar que ha sido objeto de debate en los últimos tiempos en cuanto a los planes de su reurbanización. El alcalde de Sevilla ha prometido recientemente a los vecinos de los Humeros que se acondicionará en este lugar una gran plaza con un monolito central de Hernando Colón, acompañado de la plantación de veinticinco árboles que palien su endémica falta de sombra. Bienvenido sea el proyecto, que esperamos se convierta pronto en realidad para mejorar una zona degradada desde antaño que ha de mirar al interior de la ciudad y también acercar de nuevo el histórico barrio al río. Los vecinos siempre lo hicieron hasta la llegada del ferrocarril en los años treinta del siglo XIX, cuyo trazado hasta la Estación de Córdoba seccionó su atávica conexión con el Guadalquivir.

stats