Candidata a la fuerza

09 de enero 2025 - 03:06

La despedida de Juan Espadas como secretario general del PSOE de Andalucía ha sido triste. También es injusta. No por los resultados, pues hasta él mismo ha reconocido que el partido va cuesta abajo y no remonta. Pero la pregunta sería: ¿y dónde va bien el PSOE que no sea en Cataluña con Salvador Illa, o en Castilla La Mancha con Emiliano García-Page? Con lo cual se podría deducir que los secretarios regionales son unos ineptos. O que el culpable está más arriba, probablemente. Pero el gran jefe Pedro no renuncia a nada, sino que sigue sacrificando a sus peones en una partida cuyo final se puede intuir.

Juan Espadas ha dejado el cargo para que se presente María Jesús Montero, tras sufrir un mobbing político tremendo. Un acoso laboral creciente para que no siguiera. Y para que pareciera que no lo echaba el presidente, sino que él mismo se rendía, cuando se sabía que quería continuar. Es un ejemplo claro de cómo la maquina del fango también se utiliza contra los propios, y no sólo contra los rivales. Puestos a disparar, sálvese el que pueda. Es lo que ocurre cuando se actúa a la desesperada.

A Juan Espadas primero le montaron una rebelión de los líderes provinciales, en la que por cierto algunos han sucumbido en el empeño y también caerán pronto. Y, para rematarlo, lo convirtieron en víctima de un congreso federal en el que Espadas confiaba en su confirmación y se encontró con el aislamiento. A partir de ahí, sólo había que cumplir los planes de la Moncloa.

Y no ha sido fácil. Ese es el nuevo error que va a cometer el PSOE. Poner como lideresa andaluza a María Jesús Montero, a pesar de que ella no quería. Se sabe que ha sido obligada por el presidente Pedro, en plan pídeme lo que quieras, pero yo soy el jefe y tú harás lo que yo te diga. En otras experiencias parecidas no ha funcionado. Por ejemplo, salvando las distancias, a María Jesús Montero le podría ocurrir lo mismo que a Macarena Olona, que palmó por venir de redentora de Vox a la fuerza, falló y desapareció del mapa político.

Los candidatos a la fuerza tienen eso: se les ve el plumero o el pompón de la cheerleader. Y, puestos a bailar al son que les tocan, a veces se les acaba la cuerda. Por otra parte, las caídas de Espadas, Tudanca y Lobato, con el despliegue de ministros y ministras sanchistas para controlar el PSOE, confirman que Pedro Sánchez sabe que en 2025 no tendrá otro remedio que convocar elecciones generales. María Jesús Montero no viene ya para competir contra Juanma Moreno en las autonómicas, sino en el último intento para salvar los muebles sanchistas de la Moncloa.

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