Las canciones de una vida

'Una playlist. Memoria de lo cantado' es una celebración del influjo que tiene la música en nuestra existencia

21 de diciembre 2021 - 01:46

El pasado sábado por la tarde fui a ver Una playlist. Memoria de lo cantado, nueva producción de LaSUITE, la productora comandada por Violeta Hernández y David Linde. Reconozco que acudí con mis prevenciones, que es la única manera de la que un hombre de gustos anticuados puede ir al Teatro Central, una de las mejores herencias culturales del 92 y bastión de la modernidad escénica sevillana. La realidad me demostró, una vez más, que los prejuicios son una de las muchas caretas que adopta la estupidez. La obra, resumiendo, trata del poder evocador de las canciones, de esa banda sonora vital que todos tenemos almacenada en el disco duro del alma. Imagino que la mayoría de los espectadores terminamos esa noche elaborando nuestra propia lista de vuelta a casa (Semilla negra, Cadillac solitario, Find The River, Cuerpo de ola, Jealous Guy, So What, Cuatro rosas, Simulacro, Chelsea Hotel…). Nadie concibe una vida sin canciones, pese a que coplas y tonadas han desaparecido de los tajos y patinillos, como en su día se perdieron los romances o esos locos que, sin previo aviso, se arrancaban por soleares o fandangos en medio de la calle.

La asistencia a Una playlist supuso también para mí el descubrimiento de José Guapachá, uno de esos viejos músicos suramericanos que siguen vistiendo como en los años cincuenta y que sólo verlo mover las maracas justifica el precio de la entrada. Guapachá, que apenas lleva tres años viviendo en la ciudad, es un nuevo capítulo de la antigua devoción sevillana por las trovas americanas, desde Machín -que quedó para siempre en el cementerio de San Fernando- hasta Compay Segundo, que tuvo en La Carbonería una de sus plataformas de lanzamiento mundial. Lo que nos gusta de este tipo de cantantes, además de su sentido del humor, es su inquebrantable voluntad de estilo, su insobornable espíritu demodé, su entrega incondicional a géneros ya museísticos como el bolero o la milonga.

Una Playlistsólo se representó los pasados viernes y sábado. Demasiado poco para el evidente esfuerzo que se ha realizado. Una obra como esta, que puede llegar a todo tipo de públicos, como las comedias de Molière o los entremeses de Cervantes, debería girar para llevar algo de su alegría y dulce tristeza a los pueblos, ciudades y villorrios andaluces. Se lo digo a la Consejería de Cultura y, en concreto, al estimado José Lucas Chaves. Las canciones pueden ser el mejor antídoto para la gran depresión que viene.

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