La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lluvia en Sevilla merece la fundación de una academia seria
EL diseño de una campaña de remontada del PSOE que le permitiese hacer ticket con Sumar duró lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks, que escribiese y cantase Joaquín Sabina.
El espejismo desapareció a medianoche del martes 11: el resultado del debate cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo fijó un marco en el que hay un favorito en la carrera electoral y lo que queda por dilucidar es la aritmética concreta del reparto de escaños, fundamentalmente en provincias donde los restos pueden estirar o encoger la victoria de un PP que busca gobernar solo.
Y aunque en unas elecciones nada está decidido hasta que se abren las urnas y se cuentan los votos, ese marco se ha ido fijando aún más por la coincidencia general de las encuestas –siempre salvo el CIS–, lo que ha desnaturalizado el propio objeto de la campaña. Lo único que altera este eterno día de la marmota ayuno de propuestas es que cada jornada es más sucia.
El debate está centrado en quién miente –realmente algo llamativo porque lo impulsa el partido de un presidente del Gobierno que ha hecho del embuste el eje de su gobernanza–, con Feijóo cooperando al aferrarse a defender datos que no controla, que transmite de forma inexacta y se ve obligado a rectificar (lo que excluye la intención de mentir), como ha ocurrido al defender que el PP siempre revalorizó las pensiones –algo cierto– pero no con arreglo al IPC.
Como ni eso parece funcionar, Sumar, primero, y el PSOE, después, recurren ahora a una foto de 1995, y conocida desde hace 10 años, con Marcial Dorado, un condenado por narcotráfico varios años después. La cuestión es polarizar las redes y embarrar esta sucia campaña en medio de la canícula que se está haciendo insoportable.
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